viernes, 11 de enero de 2008

Derrumbar las concepciones burocrático-despóticas del imaginario socialista

Javier Biardeau R
jbiardeau@yahoo.com.mx

El debate sobre el estado del arte del imaginario revolucionario durante la reforma constitucional dejo en claro la necesidad de una renovación radical de los marcos ético-culturales y epistemológicos del nuevo socialismo. Cualquier mensaje burocrático-despótico del socialismo es un lastre para la revolución. Sencillamente la hunde y la expone a eficaces ataques de la derecha. Hemos apostado por los enfoques contra-hegemónicos (diversidad de pensamientos críticos anticapitalistas) a partir de una lectura abierta de Gramsci, desde sus “Elementos de política”, para introducir un debate sobre la necesidad de una crítica radical a la división capitalista del trabajo, no solo en sus aspectos de dirección y dominación económica (explotación-enajenación del trabajo), sino en su función de mando político-cultural: separación entre gobernantes y gobernados, entre expertos y legos, entre dirigentes y dirigidos. En todo, caso, planteamos la oposición radical entre función de mando y democracia directa, entre heteronomía y autonomía radical, no solo en el campo de las relaciones sociales, sino en el propio terreno de la subjetividad.

Por tanto, sin democracia sustantiva no habrá nuevo socialismo. Sin pluralismo igualitario no habrá derrota posible de ningún pensamiento único. Nos asumimos sin complejos como corriente político-cultural en el movimiento nacional-popular, frente a la uniformidad y univocidad de quienes cuestionan al capitalismo como pensamiento único, parados sobre un terreno de ideas-fuerza mono-cultural y mono-lógico.

Sin descolonización del pensamiento revolucionario no habrá nuevo socialismo. Pluralismo socialista como expresión de la metódica de la unidad en la diversidad, no solo política e ideológica, sino ético-cultural y epistémica. Democracia radical como salida ante el impasse del liberalismo democrático y del marxismo-leninismo en cuestiones de democracia participativa, liberación, alteridad y justicia. Unidad anticapitalista, pero al mismo tiempo unidad antiburocrática- antidespótica en el socialismo. Así mismo, hemos planteados la centralidad de la ecopolítica socialista como horizonte de futuro, como paradigma transcomplejo.

No habrá nuevo socialismo sin ecopolítica. No una ecopolítica con estereotipos “comeflores”, sino comomutación existencial ante la realidad de la catástrofe civilizatoria “a cámara lenta” en la cual estamos en los tres registros: medio ambiente, relaciones sociales y subjetividad. Desde allí es posible la nueva economía política socialista, desde la ecopolítica, para impensar las ideas de riqueza, progreso, crecimiento, desarrollo, calidad de vida y necesidades/satisfactores como eslabones para nuevas alternativas histórico-culturales frente al mito moderno-occidental del desarrollo, la modernización y la tecnociencia. Nuevas racionalidades críticas del despotismo burocrático y de su racionalidad instrumental-estratégica.

Por tanto, nada de socialismos científicos desde matrices epistemológicas positivistas-funcionalistas-mecanicistas o evolucionistas unilineales. Con cientificismos no habrá nuevo socialismo. Tampoco desde los filosofemas modernos-coloniales de un occidentalismo, que sigue sin comprender la transformación intercultural de la filosofía, de los saberes, e incluso del diálogo ecuménico inter-religioso.

Sin inter-culturas no habrá nuevo socialismo. Desde estos horizontes y tantos otros que nacen desde las entrañas de la alteridad, la justicia y la liberación, planteamos la necesidad irrevocable del nuevo socialismo, porque el programa infinito del socialismo es derrotar los múltiples rostros de la opresión en el campo de las relaciones entre sociedad-naturaleza, relaciones sociales y subjetividad.

Sin pragmatismos, sin los mitos de las dos izquierdas, sin derechas endógenas, sin las invenciones del estalinismo-burocrático, sin idolatrías cesaristas ni incrustaciones micro-fascistas. Saludamos la construcción colectiva del PSUV y la construcción del bloque patriótico-socialista, sin electoralismos.

Con democracia protagónica, a partir de la construcción de los Consejos del Poder Popular y de las Comunas Socialistas como motores del proceso de transición, sin leguleyismos, despotismos, pragmatismos ni burocracias. Unidad en la diversidad, democracia participativa, presupuesto participativo, propiedad social-comunal y contraloría social. Hacia la construcción del nuevo socialismo. Mucha suerte para el PSUV.

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