sábado, 12 de enero de 2008

Marcar la diferencia*


Magaldy Téllez**
mtellez@alcadiamayor.gob.ve

En un artículo anterior sostuve que los resultados del 2-D convocan a hacernos la pregunta: ¿qué se tiene que hacer diferente?, proponiendo una de las cuestiones decisivas: el forjamiento de un nuevo imaginario social, radical e instituyente, libre y desfuncionalizado.
Aquí propongo las siguientes cuestiones:

1. Profundizar el debate en torno al socialismo bolivariano como dimensión del fortalecimiento de la cultura política democrática.

Porque asumimos que sin este debate no se produce una revolución en los modos de pensar, decir y hacer, ni se fecunda el pensamiento revolucionario. Ello implica la resignificación de las palabras que nombren el socialismo que queremos: ¿qué decimos cuando decimos igualdad, justicia, libertad, solidaridad, democracia, pueblo, revolución? No se trata del debate per se, sino de asumir que el lenguaje político también hace a las cosas políticas y que nuestra revolución reclama una revolución del lenguaje que nos haga pensar, decir y hacer de otro modo eso que llamamos política, democracia y socialismo, convocando a los diversos sectores sociales e impulsando y apoyando experiencias en la construcción de alternativas orgánicas para fortalecer el ejercicio del poder popular, del cual depende un proyecto ético-político de gran aliento que no se agota en un gobierno, en una elección, o en un partido: la construcción del socialismo, como escribió Javier Biardeau, "asumido desde el pensamiento crítico y desde las pasiones libertarias".

2. La nueva institucionalidad estatal

Que facilite las condiciones para el ejercicio del poder popular en sus plurales expresiones, que articule y haga seguimiento de la ejecución de políticas económicas y sociales orientadas a la supresión de las causas de la pobreza y la exclusión social, que impulse el desarrollo sostenido de la producción mediante distintas formas de propiedad de los medios de producción regidas por la prohibición del monopolio y de la explotación económica, y por el imperativo de la consolidación de una economía integrada en términos solidarios.

Se trata, entre otras cuestiones, de hacernos cargo de los asuntos que impiden o favorecen la creación de gobernabilidad desde los movimientos de base, de ir acercando cada vez más la gestión estatal y gubernamental a las comunidades para dar respuestas oportunas a los problemas que les afectan, de activar dispositivos contra la impunidad en sus diversas expresiones (como el acaparamiento y desabastecimiento de alimentos convertido en instrumento del "golpe suave"), de ir cerrando la brecha entre el Estado y las diversas formas de organización social, de cara a la participación democrática en la toma de decisiones sobre los asuntos públicos; de impulsar y fortalecer nuevos emprendimientos productivos que expresen los principios de inclusión y cooperación e incorporen formas de autogestión y cogestión de los trabajadores; de propender a la calidad de la gestión estatal entendida en términos de sus impactos en el mejoramiento sustantivo de las condiciones de vida de las mayorías, con la activa participación de las comunidades organizadas. En fin, una nueva institucionalidad que se sustente en el movimiento popular y siente las bases para una nueva forma de organización política de la sociedad que algunos pensadores han planteado como un Estado no-Estado.

3. Construir el PSUV como una verdadera mediación político-institucional

Que se constituya en espacio de ejercicio: de la democracia participativa y protagónica (del derecho a elegir y revocar, de activación de mecanismos de consulta permanente, de coexistencia de la pluralidad de corrientes de pensamiento socialista), de una dirección colectiva, de construcciones deliberativas de la voluntad común, del debate inacabado. Sólo así podrá fortalecerse una plataforma política con fuerte arraigo popular como una de las fuerzas inherentes a la construcción del socialismo A. Un partido que se despliegue como movimiento articulado y plural en ruptura con cualquier pretensión de centralismo burocrático, siempre alerta al peligro del totalitarismo que niega la pasión libertaria.


  • Miradas múltiples para el diálogo, El Nacional, A-9, 12-01-08
  • *Alcaldía Mayor de Caracas




    1 comentario:

    gxerman dijo...

    Los debates son útiles cuando conducen a resultados útiles (utilizables).
    El Socialismo Bolivariano y la Institucionalidad Estatal son ideas (imágenes) poéticas sin ningún valor conceptual. Igual podríamos "debatir" acerca del unicornio, de la Bandera Nacional, o de la Patria.
    El PSUV es otro asunto. Un debate serio acerca del "partido unido" (como organización alterna a un "frente unido") ya lo inciaron Bakunin/Marx (1870). Lenin en "El Estado y la Revolución" (1917)hizo un último análisis sincero, antes que la teoría fuera secuestrada por las necesidades tribales de los partidos.
    Una cosa es cierta: la revolución la hacen los revolucionarios. La revolución no es un proyecto del gobierno. Como las religiones, el gobierno no puede "imponer" un credo religioso; aunque puede facilitar su desarrollo.
    ¿Puede un partido "único"/"unido" hacer una revolución? La historia no ofrece una repuesta única y clara. Abundan los casos donde el partido "unico/unido" se convierte en una "iglesia" (en el mal sentido de la palabra) de la revolución.

    Este es el debate útil.