sábado, 29 de diciembre de 2007

Diversidad vs. realismo mágico


Jonatan Alzuru*




El ministro William Lara comparó al presidente Hugo Chávez con Gabriel García Márquez porque el primero afirmó que la oposición había obtenido una "victoria de mierda" y el escritor colombiano terminaba una novela con dicha palabra.

Un amigo estaba muy impactado por la extremada estupidez del tren ministerial y, en especial, por lo arrastrado del titular de las comunicaciones. Le confesé que quizás no era así. Que quizás el señor Lara tenía razón.

El máximo líder era uno de los seguidores del realismo mágico latinoamericano. Su narrativa era tan contundente que parecía real. Él, quizás, tenía la facultad de transformar un país en un gran teatro, en una telenovela tragicómica, en un reality show político con mucha audiencia.

Bastaba recordar la seriedad con la que propuso los gallineros verticales o los cultivos de verdura en los apartamentos o en las autopistas de las principales ciudades del país. Y si no se conformaba con esos datos, quizás sería bueno que leyese el discurso que pronunció el 17 de diciembre donde se mostraba sumamente preocupado porque Bolívar no murió de enfermedad, sino fruto de una conspiración y, lo peor, lo que no lo dejaba dormir tranquilo, que las cenizas que están en el Panteón no eran del Libertador.

La sonrisa del amigo no se hizo esperar. Sin embargo, le dije, eso no es lo peor del asunto, eso puede pasar por anécdotas de alguien delirante en el poder. ¿Qué es lo peor? Me interpeló con asombro. Le contesté en tono lacónico. Los dialoguistas de la telenovela que dirige el máximo líder son lo más terrible: sus escribidores que se suelen hacer pasar por intelectuales de izquierda.

Resulta que para ellos no existió ninguna derrota el 2 de diciembre. Las masas populares no votaron en contra de la reforma ni se abstuvieron porque no compartían esas ideas, sino que votaron contra una reforma mediática, por lo tanto, es lógico que el Gobierno invierta en miles de pancartas y vallas con la famosa expresión "Por ahora...".

Tales sujetos que entienden la política como una guerra entre amigos y enemigos, escriben sendos artículos sosteniendo la imposibilidad de la reconciliación por la necesidad de enfrentar la oligarquía, que fue en definitiva la que manipuló las mentes de los ciudadanos, quienes, confundidos como estaban, no entendieron la verdad que los haría libres, no comprendieron el camino hacia el reino de los cielos.

En definitiva, la estrechez de mirada de tales escribidores se evidencia en que reducen el país a revolucionarios y oligarcas, patriotas y proimperialistas, blanco y negro.

Todo es un gran relato. No hay matices, no hay posiciones intermedias, no hay pensamiento crítico en ningún lado distinto al de la revolución, además tiene que estar certificado, estar inscrito en el partido cuyo único organismo que funciona es el tribunal disciplinario. Tal miopía política de los supuestos pensantes del Gobierno es lo más terrible, ¿Será muy difícil aceptar que muchos se abstuvieron de votar porque consideraban la reforma un proyecto bonapartista, conducente a un cesarismo democrático?¿Acaso será muy complejo comprender que en la sociedad venezolana existen individuos que están contra el imperialismo norteamericano pero también contra cualquier totalitarismo de izquierda o de derecha? ¿Será imposible creer que existen grupos, intelectuales, estudiantes que están en contra del proyecto de Chávez, pero que tampoco son lacayos de los grandes medios de comunicación? ¿Acaso es inadmisible que existan ciudadanos que creen en un proyecto de cambio, progresista, que apoyaron a Chávez pero hasta un límite, cuando éste pretendió perpetuarse en el poder, cuando éste intentó tener el poder de crear distritos, ciudades y nombrar a dedo sus autoridades? No se trata de un pacifismo ridículo, ni de abrazarnos como si no existieran luchas de intereses, miradas contrarias, visiones diversas, opuestas, eso también es iluso. Se trata de comprender que 70% de los electores o se abstuvo o votó en contra de la reforma y necesitan conciliar un horizonte común, con sumo respeto a la diversidad y a ese 30% que sigue al Presidente.

El Nacional, Miradas múltiples para el diálogo, 28/12/2007

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