sábado, 29 de diciembre de 2007

Sobre lo transitorio de la transición

Rafael Palacios*

La transición al socialismo venezolano está llena de sentimientos, subjetividades y manifestaciones ideológicas que no son posible condensar en una sola actitud y voluntad política, más bien, está sujeta a grandes dilemas, preguntas sin respuestas y grandes confusiones, pero la transición está amenazada.

No estamos apostando a aterrizar en algún lado, digo, a que esta sociedad, la nuestra, se mueva simplemente, ni tampoco a ir más allá del intento de contrarrestar lo que atenta contra los principios fundamentales de la democracia y el Estado de Derecho, a lo que apostamos es a un cambio de dirección para la reconstrucción de un nuevo modelo político que garantice, sobre todas las cosas, el derecho a una vida más digna, esto es sin duda revolucionario al igual que las implicaciones que esto conlleva desde todo punto de vista.

Parto del hecho mismo de que esta revolución no es una revolución como tal, no es una revolución compartida sentimentalmente por todos y, a veces, tampoco por quienes andamos con menos discursos y "rodilla en tierra"; no es una revolución arraigada por un compromiso político, por una conciencia política e ideológica, repito, compartida.

Además, toda la configuración de subjetividades que hasta ahora han aterrizado en el imaginario colectivo de nuestro país referente al socialismo confronta por sí misma grandes complicaciones desde la subjetividad del propio pueblo, al no poder diferenciar con claridad lo bueno o lo malo, al no poder apostar con conciencia a repensar nuevas formas de gestión del Estado.

Desde el propio imaginario colectivo del chavismo y de quienes viven todavía en estado de pobreza en "democracia" se han negado a sí mismos la necesidad de darle pie y cabeza a este atrevimiento político e ideológico, como es el socialismo. De allí, la falta de discusión de carácter teóricoepistemológico requerida para diluir tamaña cuestión en todos los sectores del país. Este inmenso error ha sido evidentemente aprovechado por los sectores oligárquicos y mediáticos, los cuales tienen las fichas muy claras en el tablero, siendo una de ellas la de confundir y estigmatizar cualquier cosa que suene a socialismo.

La actitud de muchos de los que lideran este proceso revolucionario no ha sido más que la de repetir las dádivas discursivas sobre socialismo, provenientes de movimientos de vanguardia en nombre de la revolución. Estas no son buenas señales para apuntalar hacia su transición más allá de las formalidades políticas y líneas estratégicas que se prevean. No es algo transitorio la existencia del imaginario colectivo sobre socialismo dentro del chavismo, del Gobierno, del pueblo y "no pueblo". Tampoco la cultura política en el capitalismo prevé dentro de su cartilla peculiar de "democracia" el cansancio de las conciencias para pensar en fabricar otras. Vistas así las cosas, el discurso sobre la transición hacia el socialismo, el que queramos y avalemos, no necesita simplemente de tiempo para penetrar como fenómeno ideológico, eso no cuenta en esta ocasión, lo que cuenta es que se requiere de una construcción desde la base, desde el pueblo, desde todas las esferas del Gobierno, de las instituciones y del partido de gobierno y de los intelectuales que nos acompañan, faltan millones de voluntades.

Estamos imbuidos en un proceso sin precedentes en la historia política venezolana y latinoamericana lleno de contrasentidos necesarios, pero ello no soporta la pasividad y descuido político para hacer frente a lo que conlleva plantearse una revolución con R mayúscula.

No se está planteando la revolución del proletariado, la del movimiento obrero ni de otras que sucedieron, no son esas. Se trata de una revolución de grandes connotaciones, las cuales poco hemos podido avizorar.

No es bueno dejar pasar la bola o ignorar hasta qué punto este descuido se ha manifestado con los recientes resultados que arrojó el referéndum revocatorio. Los contrasentidos son una cosa, pero aquellos que son fabricados innecesariamente por los propios líderes de este proceso no alcanzan a tener mucha tolerancia en una población a la que se le ha despertado tantas expectativas, entre ellas, la del socialismo venezolano.

*Investigador, Eberhard Karls Universität Tübingen

El Nacional, Miradas múltiples para el diálogo, 29/12/2007


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