lunes, 24 de diciembre de 2007

Del unipersonalismo a la gestión colectiva



Esteban Emilio Monsoyi



Los que creemos firmemente en un proceso de transformaciones de índole progresiva que necesita el país –y que el tiempo dirá si revisten un verdadero carácter revolucionario– no fuimos muy sorprendidos por los resultados de la consulta electoral del 2-D ni nos sentimos angustiados ante el futuro próximo. Ya se han analizado con cierto detalle una serie de razones que llevaron al rechazo de las dos propuestas cuya aprobación podía significar una diferencia considerable en la configuración del proyecto político global que orientaría y encauzaría en lo fundamental el rumbo que iba a tomar Venezuela durante los próximos decenios.

En lo personal, hace tiempo vengo expresando algunas inquietudes y objeciones –creo que con suficiente fundamento– sobre las cuales no es el momento reincidir. Pero sí me gustaría recalcar algo que –si mi capacidad de análisis no me engaña– a raíz de los resultados reviste un significado básico: parecería que esta vez la historia nos brinda la oportunidad de pasar de una gestión casi netamente unipersonal a la conformación de una labor transformadora mucho más colectiva, desde los niveles de compactación de esfuerzos hasta las expresiones decisorias dentro de la dinámica del quehacer nacional.

Tendría muchas cosas a qué referirme, pero me voy a concentrar en lo que se ha llamado el aporte indígena y afrodescendiente a un proyecto socialista de alcance nacional y aun continental.

Es totalmente cierto que la Constitución bolivariana del 1999 visibilizó a los pueblos indígenas, definió los principales parámetros de sus derechos colectivos e impulsó notablemente su participación creciente, así como el logro de una serie de objetivos que ya estaban sobre el tapete desde hacía medio siglo.

Por su lado, el artículo 100 de la propuesta presidencial sobre interculturalidad y diversidad intentó por vez primera poner de relieve la existencia y las notables contribuciones de los afrodescendientes venezolanos y sus múltiples comunidades.

Mas, en forma simultánea, hubo ot ros a r t ícu los que apuntaron más bien hacia el sobredimensionamiento del presidencialismo en sus diferentes acepciones, un nuevo mapa territorial insuficientemente consultado que introduciría cambios sustanciales desde la jefatura del Estado, el supeditamento de los poderes nacionales y de las más importantes instituciones al Poder Ejecutivo, tal vez sin percibir suficientemente que si en algún momento la Presidencia de la República caía en manos de un extremista de derecha –pongamos por caso– los daños que podría causar tal tipo de mandatario serían irreparables.

Como el espacio no permite mayores análisis en nuestro contexto, permítaseme subrayar solamente que un buen número de artículos de ambos bloques estaban todavía demasiado crudos para poder someterlos a un referéndum tan abarcante, ambicioso y definitorio, cuando no definitivo.

Lo que me resta poner de relieve fue la omisión de profundizar la verdadera potencialidad de las aportaciones de estos pueblos originarios de los continentes americano y africano que quisiera resumir aquí sólo en sus aspectos más generales y fundamentales: el máximo respeto de la mayoría de estos pueblos por los valores ambientales y de sostenibilidad del modelo de desarrollo que hayamos de implantar; la capacidad milenaria de mantener sociedades de amplio consenso, amor por el diálogo fraterno más allá de la mera tolerancia y respeto; toma de decisiones colectivas de las que ningún miembro de una comunidad puede sentirse excluido, la redistribución de los bienes sin necesidad de despersonalizar la familia o descaracterizar al individuo.

En resumen, estamos reflejando la experiencia pancrónica y pantópica de miles de sociedades donde la unidad no impuesta desde arriba, pero tampoco solamente espontánea, ha sido y seguirá siendo la regla: algo inmejorable ante la crisis planetaria, el armamentismo, la violencia y la persistencia de la miseria que no parece ceder en el llamado Sur del pequeño y opaco astro que nos alberga.


*Universidad Central de Venezuela

No hay comentarios.: