domingo, 2 de marzo de 2008

Para entender la idea de "imperio" *



Rigoberto Lanz R.
rlanz@cipost.org.ve


Toni Negri se ha esforzado en caracterizar la nueva situación del capitalismo mundial proponiendo un concepto que rebase la vieja figura de "imperialismo". No es un capricho terminológico ni una cuestión de estilo. Si no se entiende –de entrada– la nueva realidad del poscapitalismo, con sus impactantes secuelas en todos los órdenes de la vida pública, entonces será muy difícil entrar en sintonía con la "sociedad-mundo" (Edgar Morin) que se va formando al calor del nuevo mapa de relaciones que está en curso.

No son sinónimos "imperialismo" e "imperio". Son conceptos diferenciados que relevan dimensiones distintas del fenómeno mundial del poscapitalismo. Ello se refleja de inmediato en el ámbito político, allí donde las visiones de lo que ocurre en el mundo actual tienen traducciones en estrategias y comportamientos.

La principal dificultad de la vieja idea de "imperialismo" es una inadecuada localización territorial que la hace coincidir con países. La figura del "imperialismo norteamericano", por ejemplo, focaliza en ese territorio la carga de una realidad que está en otra parte, es decir, que las relaciones de dominación en la actualidad se caracterizan justamente por su desterritorialización. Eso no quiere decir que los viejos estados no cuenten. Significa sí que el poder verdadero se ha hecho ubicuo, se desplaza planetariamente a conveniencia.

"Pasa" por los países sin mucho patriotismo.

La vocación "antiimperialista" significa hoy otra cosa. Tal vez un sentimiento antihegemónico contra las formas de dominación Norte-Sur, por ejemplo. Pero carece de fuerza subversiva a la hora de identificar los nudos fuertes de una dominación mundial que no tiene nacionalidad sustantiva: es tan norteamericana como japonesa, es tan europea como china, es tan australiana como brasileña. Sería demasiado ingenuo creer que los grandes poderes del dinero, de la información o de las armas están anclados en algún territorio por razones telúricas. El poder hoy no es de los "países" sino de las grandes corporaciones del control.

Los estados del Norte siguen operando como gendarmes y pueden ejercer su violencia invadiendo países y sometiendo a la gente. Esta realidad convive al lado de la tendencia dominante de la "economíamundo" (Wallerstein) caracterizada por una trans-nacionalización radical de los flujos financieros, tecnológicos y comunicacionales. La lucha contra el Imperio tiene unas dimensiones y unas implicaciones distintas a los enfrentamientos contra "el imperialismo norteamericano". No se trata de que una es fuerte y otra es débil, o de que una es diplomática y la otra es armada. No.

La lucha contra el Imperio significa la confrontación entre dos lógicas civilizatorias, es el antagonismo entre "globalización" y mundialización, es la contradicción entre Modernidad y posmodernidad.

Los pleitos entre países no han desaparecido. Las disputas que enfrentan a gobiernos siguen siendo parte de la geopolítica mundial. Lo que ocurre es que esas formas típicas de relaciones internacionales están siendo brutalmente desplazadas por los flujos económicos virtualizados, por las nuevas relaciones culturales de dominio, por la impronta tecnológica que viaja sin pasaporte a cualquier rincón del globo.

La vieja idea de "soberanía" también está severamente afectada por esta nueva dinámica mundial. ¿"Soberano" respecto a quién o a qué? La noción de "frontera" se complejiza enormemente por la naturaleza de la nueva economía, por el carácter de la realidad comunicacional, por la radical transformación del concepto de "trabajo", por la virtualización misma de la idea de "realidad".

El "imperialismo" tiene la ventaja de designar a un enemigo con corporeidad física y con ello facilitar el nucleamiento de una fuerza política. Pero pasada la escaramuza queda al descubierto la omisión fundamental respecto a los poderes verdaderos que se ocultan detrás de cualquier bandera sin importar mucho el color de la gente, si hace frío o calor, si hay gobiernos dictatoriales o democráticos. El Imperio está en todos lados, incluso en las cabezas de sus adversarios. ¿Entiende usted?


Publicado en El Nacional, Miradas múltiples para el diálogo, domingo 02/03/08 , p. 14

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