miércoles, 12 de marzo de 2008

La palabra en la acción**

Frida Khalo, Raíces


Sulbey Naranjo

"Comprendí que la vida consiste en dos elementos contradictorios. Uno eran las palabras que podían cambiar el mundo. El otro era el propio mundo, que no tenía nada que hacer con las palabras" (Yukio Mishima).

Para este escritor del Japón contemporáneo, transformar la realidad era una necesidad urgente. Sin embargo, la realidad externa parecía reducida a una corporeidad no afín con su naturaleza dadivosa y dispuesta siempre a expresarse ante la fluidez de un psiquismo imaginante. Mishima se percató de que los matices permanecían ocultos a la mirada posesionada.

Reconoció: "Para la persona promedio, el cuerpo precede al lenguaje. En mi caso, las palabras entraron primero". Su mundo le parecía suspendido en palabras. ¿Dónde residía la fuerza capaz de transfigurar esa realidad multicolor aunque cautiva? ¿Calculó el poeta el poder sibilino e infiel de la imagen lingüística proyectada desde la imagen de lo real? ¿Contrastó la potencia de la palabra que hace la política con aquella otra que se escurre entre encuentros de diversa naturaleza: fortuitos, convenidos, contingentes y hasta esenciales? ¿Estimó que intentar purificar esa realidad indómita con discursos lanzados al aire, por muy hermosos y nobles que sean, no redimirían al mundo de sus contradicciones y males? Mishima, con voluntad de acción y razón intentó en vano liberar de la enajenación estatal a la tropa del Cuartel General.

¿Su fracaso encontró en la ceremonia gloriosa del Harakiri la reconciliación con la utopía? El controvertido escritor pareció comprender finalmente la fragilidad del verbo a destiempo, ese que se distancia de aquel otro que lidia entre las vicisitudes de existencias afianzadas por el consenso.

Nuestro país muestra hoy un dualismo similar en su gestión de gobierno: un "socialismo" fundamentado en un discurso antiimperialista, anticapitalista y populista, presidido por un líder patriarcal frente a una sociedad pro consumista-capitalista y de experiencias históricas entre sometimientos (dictaduras, dependencia económica y cultural) y libertades (conquistadas por las armas y consagradas en discursos).

La palabra que ha exaltado el ánimo guerrero del venezolano ha ido perdiendo efecto ante la emergencia de necesidades primarias y frente al reajuste en las políticas populistas que soportan la dependencia. Las consecuencias de una gestión gubernamental de cara a las emociones y carencias humanas afloran en forma de crisis en distintas direcciones. Por su parte, el pensamiento crítico incrementa sus alertas en detallados análisis, descubre realidades desatendidas, evidencia situaciones deplorables e ignoradas.

La aritmética muestra tendencias y riesgos a partir de índices económicos, todo lo cual debería conducir a sensatas medidas de reajuste en el uso de las divisas petroleras, a búsquedas de equilibrio entre políticas de exportación y de importación y a un obligado análisis de la actual administración de nuestra principal empresa petrolera.

La población venezolana demanda eficiencia administrativa, atención a problemas colectivos; rechaza la verborrea; exige respeto al autocontrol social. En síntesis: reclama el habérsela con la realidad en forma inteligente y atenta a la voluntad de las diferentes comunidades.

El Gobierno se ha pronunciado por la participación ciudadana protagónica, por la autonomía en la organización social. He ahí un acierto para la transformación de la realidad, sin apelar a las emociones y sin populismo dependiente. Sin embargo, el obstinado empeño en la reforma ya rechazada desdice esta posibilidad.

La experiencia del poeta japonés dio testimonio de la necesidad del encuentro simbiótico de lo real sentido en la praxis con el discurso. La reconciliación de los opuestos tiene lugar en la reunión palabra/acción, traducida en obra de arte por la sensibilidad del artista. Esa obra, por efecto de identidad, hace también grande a su creador.

** Publicado en El Nacional, Miradas Múltiples para el diálogo, 12/03/08, p. A-12

* Universidad Simón Rodríguez

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