Magaldy Téllez
mtellez@alcaldiamayor.gob.ve
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Ante el revés del 2 de diciembre luce impostergable el debate que incluya consideraciones asociadas a la pregunta: ¿Qué evitar? Lo primero es el análisis simplista que impide advertir el carácter multidimensional de un proceso de transformaciones en el que se entrecruzan componentes objetivos y subjetivos. Es preciso considerar, entre otras, las siguientes cuestiones: 1. Si asumimos que el ejercicio del poder popular como poder constituyente es la fuerza articuladora de las condiciones que hacen posible la construcción del socialismo bolivariano, se impone evitar en todos los espacios y por todos los medios las formas de secuestro del poder popular.
Ello implica velar porque las expresiones de tal ejercicio (movimientos sociales, consejos comunales, organizaciones comunitarias, etc.) no se subsuman en lógicas gubernamentales o partidistas, porque ello erosiona sus espacios y niveles de autonomía, imprescindibles a la creación de una cultura política que soporte tal construcción.
2. Si aceptamos que no hay construcción del socialismo sin creación de un imaginario político socialista, es vital que evitemos seguir ignorando la fuerza del arraigo del imaginario capitalista en todos los sectores sociales, pues aquí radica una de las razones por las cuales el miedo al socialismo, fabricado e instalado en la población venezolana desde los años treinta del siglo XX.
Tuvo sus resonancias, de lo cual fue expresión el hecho de que el dispositivo fundamental de la campaña por el No fuera el del manejo mediático de la propiedad, lo que también revela que no hemos sido capaces de hacer prender un nuevo imaginario político como dimensión del poder constituyente.
3. Si admitimos que a la construcción del socialismo le es inherente una transformación radical del Estado, es necesario evitar que se siga reproduciendo la lógica del Estado heredado, eludiendo la definición y puesta en práctica de una nueva institucionalidad que, articulada con las demandas sociales y al movimiento popular, haga parte de la construcción de una sociedad permanentemente auto-instituyente.
4. Si asumimos que el ejercicio de la democracia socialista es una ruptura con la democracia formalista, es esencial evitar que en el Partido Socialista Unido de Venezuela se instale la reproducción de la lógica de la representación burocratizada, centralista y vertical del partido, pues se terminaría replicando los errores del viejo socialismo y obturando su configuración como plataforma política que reclama un fuerte arraigo popular y como espacio de efectivo ejercicio democrático.
5. Si admitimos que a la democracia socialista le es consustancial el reconocimiento del pluralismo político socialista y que los sujetos individuales y colectivos de liberación se disponen al debate político es preciso evitar la descalificación de quienes se abstuvieron de participar en la contienda electoral, porque cabe pensar que muchos de ellos no se sintieron convocados ni partícipes del debate y porque es necesario entender que no habrá construcción del socialismo sin una revolución en las subjetividades, es decir, sin subjetividades liberadas de toda forma de relación mando-obediencia.
De ahí que el llamado 2-D también pueda ser leído como un alerta para quienes nos sentimos comprometidos con nuestro proceso de transformación social y política: no basta el llamado de líderes políticos para que la gente participe en el tipo de decisión como la puesta en escena en el referéndum sobre la reforma constitucional propuesta por el Presidente: la decisión entre mantener nuestra sociedad alineada al capitalismo y sus fuerzas destructivas o entrar en serio en la construcción inacabada del socialismo bolivariano como proyecto ético-político.
Estos errores a evitar, a los que se agregan el triunfalismo y las luchas internas movidas por apetencias personales y grupales, entre otros, no pasaron impunemente: ¿Señal de un pueblo otro?
Publicado en El Nacional, Miradas múltiples para el diálogo, p. A7, 5/01/2008.
* Alcaldía del Distrito Metropolitano de Caracas
Ello implica velar porque las expresiones de tal ejercicio (movimientos sociales, consejos comunales, organizaciones comunitarias, etc.) no se subsuman en lógicas gubernamentales o partidistas, porque ello erosiona sus espacios y niveles de autonomía, imprescindibles a la creación de una cultura política que soporte tal construcción.
2. Si aceptamos que no hay construcción del socialismo sin creación de un imaginario político socialista, es vital que evitemos seguir ignorando la fuerza del arraigo del imaginario capitalista en todos los sectores sociales, pues aquí radica una de las razones por las cuales el miedo al socialismo, fabricado e instalado en la población venezolana desde los años treinta del siglo XX.
Tuvo sus resonancias, de lo cual fue expresión el hecho de que el dispositivo fundamental de la campaña por el No fuera el del manejo mediático de la propiedad, lo que también revela que no hemos sido capaces de hacer prender un nuevo imaginario político como dimensión del poder constituyente.
3. Si admitimos que a la construcción del socialismo le es inherente una transformación radical del Estado, es necesario evitar que se siga reproduciendo la lógica del Estado heredado, eludiendo la definición y puesta en práctica de una nueva institucionalidad que, articulada con las demandas sociales y al movimiento popular, haga parte de la construcción de una sociedad permanentemente auto-instituyente.
4. Si asumimos que el ejercicio de la democracia socialista es una ruptura con la democracia formalista, es esencial evitar que en el Partido Socialista Unido de Venezuela se instale la reproducción de la lógica de la representación burocratizada, centralista y vertical del partido, pues se terminaría replicando los errores del viejo socialismo y obturando su configuración como plataforma política que reclama un fuerte arraigo popular y como espacio de efectivo ejercicio democrático.
5. Si admitimos que a la democracia socialista le es consustancial el reconocimiento del pluralismo político socialista y que los sujetos individuales y colectivos de liberación se disponen al debate político es preciso evitar la descalificación de quienes se abstuvieron de participar en la contienda electoral, porque cabe pensar que muchos de ellos no se sintieron convocados ni partícipes del debate y porque es necesario entender que no habrá construcción del socialismo sin una revolución en las subjetividades, es decir, sin subjetividades liberadas de toda forma de relación mando-obediencia.
De ahí que el llamado 2-D también pueda ser leído como un alerta para quienes nos sentimos comprometidos con nuestro proceso de transformación social y política: no basta el llamado de líderes políticos para que la gente participe en el tipo de decisión como la puesta en escena en el referéndum sobre la reforma constitucional propuesta por el Presidente: la decisión entre mantener nuestra sociedad alineada al capitalismo y sus fuerzas destructivas o entrar en serio en la construcción inacabada del socialismo bolivariano como proyecto ético-político.
Estos errores a evitar, a los que se agregan el triunfalismo y las luchas internas movidas por apetencias personales y grupales, entre otros, no pasaron impunemente: ¿Señal de un pueblo otro?
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