miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿Por qué Chávez sigue atrapado en el campo minado de la reforma?

Javier Biardeau
jbiardeau@yahoo.com.mx

Todos sabemos que un “campo minando” es una trampa diseñada con precisión para contener al adversario y bloquear las líneas de ataque en una confrontación militar. Si se escoge como línea de ataque no la línea de menor resistencia, sino la de mayor resistencia, o incluso aquella donde puedes quedar “empantanado”, “entrampado”, el error no es de quién sembró las minas, sino de quién envió allí a sus tropas. Cuando no se detecta un “campo minado”, quién controla el principio estratégico de la sorpresa es el enemigo; es decir, quién diseño el campo minado. ¿Mala inteligencia sobre el enemigo es responsabilidad directa del enemigo? Los errores son internos. Si a esto le agregamos, una quinta columna que le otorga información estratégica al enemigo sobre la estrategia, tácticas, maniobras estratégicas y ordenes de batalla de la revolución, entonces existen severas fallas de contrainteligencia.

Y si esta quinta columna asume como principio el mejor de los camuflajes, la lealtad incondicional como consigna e imagen desproporcionada, entonces el cuadro se complica. ¿Quién simula lealtad incondicional no es el auténtico traidor a diferencia de quienes expresan francamente sus críticas y alertas? Un campo minado es una simulación de un territorio abierto, de un campo libre. Confundir simulaciones con realidades es parte de las guerras de cuarta generación, de las guerras de información y comunicaciones. El 11 de abril, Chávez fue derrotado por una guerra de cuarta generación. El 2 de diciembre Chávez fue llevado a un campo minado de cuarta generación, a un campo minado de manipulación de realidades, de desinformación, de confusión, de simulación. Chávez debe prestarle atención a la doble faz de las guerras de cuarta generación: información/simulación.

El adversario hizo lo correcto, provocar el ataque, irritar emocionalmente, estimular que se atacara justamente por el campo minado, acumulando fuerzas para el momento decisivo: campaña de opinión nacional e internacional, movilización del principio de masa crítica, preparación del escenario legal, del escenario electoral y del plan B-contingencia. Además, la quinta columna jugó “ganar-ganar”: si Chávez gana por poco margen, ganamos, si Chávez pierde por poco margen, ganamos. En ambos casos la quinta columna se fortalece, esperando el momento decisivo. Hay una inteligencia estratégica superior, al parecer, a la de Chávez, mas fría, más calculadora, menos pasional en la quinta columna. La gran debilidad de Chávez ya es conocida por la quinta columna, sus emociones lo llevan a acciones temerarias, a acciones precipitadas. Su personalidad es intolerante a observaciones críticas de sus acciones y decisiones. Chávez debe descansar. Luego reflexionar y corregir. No puede corregir sin descansar. Muller Rojas tiene absoluta razón, Chávez debe descansar y revisar toda la estrategia: los cinco motores uno a uno, evaluar su estado actual, debe revisar a profundidad el sexto motor: el PSUV.

Además debe revisarse profundamente, revisar cuales debilidades de lo que Matus ha denominado código operacional, cognitivo y emocional del actor, están siendo aprovechas por sus adversarios/enemigos. Sin exaltaciones, sin atajos emocionales, hay que elevar-endurecer el espíritu, para llegar a correctivos. Comenzando por uno mismo. Quien aprende de las derrotas puede apreciar los perfiles de la victoria. El 3 de diciembre, ante la inminente derrota, Chávez logró un impacto positivo nada despreciable. Pero a partir de allí ha comenzado a destruir con los pies, lo que logró hacer con las manos. Y el peor error que puede cometer ahora es no recordar las palabras de Fidel: no hay 4 millones de oligarcas. Y frente al nuevo cuadro electoral: no hay tampoco 3 millones de abstencionistas traidores, flojos y alienados. Grave Error.

Amenazar, recriminar y maltratar no son buenas consejeras luego de una derrota en la cual se tiene responsabilidad directa. Sería contraproducente reforzar el espiral de la derrota y de los errores. Los errores no se les pueden cobrar al pueblo, sino a quienes no lograron movilizarlo ni convencerlo. La deuda está en otro lugar. La deuda es con el pueblo, no del pueblo frente al líder infalible, frente al mito-cesarista. La responsabilidad de la derrota es de la alta dirección política de la revolución, incluido Chávez. Esta es la cruda verdad. Es muy dolorosa reconocerla, pero hay que comenzar por allí. Chávez metió en la trampa de la reforma constitucional a un voto duro revolucionario capaz de apoyarlo incluso en un escenario de hechos políticos constituyentes. Y la reforma constitucional es una trampa, porque es una creación de defensa-estabilidad de los poderes constituidos. No se puede transformar el carácter esencial de un Estado con una reforma constitucional. Eso solo lo puede hacer un hecho político constituyente, in jure o de facto. Quien convenció a Chávez de que era posible transformar el carácter esencial del Estado con una reforma limitada constitucionalmente lo engañó. Y si Chávez lo pensó, se auto-engaño.

Al meterse en el campo minado de la reforma constitucional se impusieron limitaciones a las ilusiones ilimitadas. Limitaciones que no eran exclusivamente de orden jurídico, sino del campo de la opinión pública nacional e internacional. Lo repito, no solo no hay 4.000.000 millones de oligarcas, sino que tampoco se le sumaron a estos, 3.000.000 de “traidores abstencionistas”, ex votantes de la revolución. El rechazo a la reforma fue muy alto. ¿Por que hubo esta desafección hacia la reforma?:

Causas elementales:

1. Poco tiempo: ¿Quién estableció el cronograma de la reforma?
2. Complejidad del diseño y de la redacción: ¿Quiénes la redactaron y la diseñaron?
3. Imposibilidad de votar en bloques temáticos.
4. Campaña de miedos atávicos anticomunistas.
5. Poca consulta y debate real con el movimiento popular.
6. Tratamiento inadecuado de las observaciones críticas en el seno de la AN-sectarismo
7. Complicación de la iniciativa presidencial de reforma con la propuesta parlamentaria.
8. Elementos regresivo y anti-democráticos de la reforma
9. Nula capacidad de convencimiento de los sectores medios.
10. Inconsistencias jurídico-conceptuales de la reforma.
11. Deficiente estrategia de campaña electoral basada en el plebiscito personalista.
12. Contexto de desabastecimiento y malestar popular ante resolución de problemas en sus condiciones de existencia.
13. Escasa acumulación de fuerzas en el terreno ideológico-cultural y político-organizativo para un alto hacia el socialismo
14. Sabotaje interno

Podríamos agregar otras, pero estas nos han parecido ineludibles. Hubo por primera vez un voto castigo de sectores de apoyo a Chávez hacia la reforma. Y este voto castigo es expresión de heterogéneas corrientes internas. Desde Alcalde y Gobernadores que jugaron al sabotaje, hasta corrientes críticas que cuestionan de forma y fondo la propuesta de reforma llevada a consulta popular, pasando por la nula capacidad de convocatoria en áreas geográficas específicas del PSUV. Meter esta heterogeneidad en un mismo saco es un error. Esta es la primera conclusión de sensatez ante los hechos electorales.

El pueblo llano percibió como una debilidad y como un chantaje propagandístico convertir el referendo en plebiscito, y llevar la decisión al terreno de la lealtad. Con esta operación se le negaba al pueblo bolivariano la posibilidad de realizar observaciones críticas, de comentar e intervenir activamente en la propuesta de reforma. Más que una acción político-cultural para la libertad como diría Freire, se escogió el camino de la propaganda bancaria y alienante en el propio campo revolucionario, comenzando por Chávez. Así como se le impuso un paquete de ajustes estructurales neoliberales, el pueblo bolivariano sintió que aquí había un paquete legal que se imponía desde arriba y desde el centro de poder. Y luego de 8 años de revolución, es muy difícil seguir imponiendo decisiones en asuntos significativos para la población que apoya o no la revolución bolivariana. Se evidenció una protesta de fondo contra el verticalismo y la consigna impositiva en el campo bolivariano. Lenin decía que toda consigna es un hecho de masas, un sentimiento intensamente vivido por las masas. ¿Fue la reforma eso?

Sin Chávez no hay revolución, pero solo con Chávez tampoco. La revolución se construye desde abajo, o se desgasta desde arriba. El proyecto de reforma estuvo muy mal diseñado y fue muy mal tramitado ante la Asamblea y la opinión pública. Basta leer los recientes artículos de Monedero, o de Roberto Viciano Pastor y Ruben Martínez Dalmau, para interrogarnos sobre la escasa capacidad de incidencia de observaciones críticas en la alta dirección política de la revolución. No hablamos de voces periféricas y críticas a los centros de poder. Incluso allí se evidencia un síntoma de sordera que preocupa. La nula capacidad de confluencia real y procesamiento de información estratégica en el alto gobierno.

Pero hay un tema de fondo que genera la máxima alarma, que esta dando lugar a argumentos falaces. Es una falacia argumentativa plantear que la propuesta de reforma es socialismo. Tendríamos que llegar a definiciones compartidas sobre el socialismo que contiene el proyecto de reforma. Y esto no se hizo. Esto se pretende imponer. La propuesta de reforma constitucional no rompía con el paradigma de la vieja estadolatria del socialismo burocrático, exacerbando el presidencialismo extremo y creaba dudas razonables sobre la real autonomía del poder popular. ¿Es este el nuevo socialismo del siglo XXI?

El campo bolivariano de izquierda (porque hay una derecha endógena, no lo olvidemos), no cuenta con instancias ni espacios para debatir que cosa es la construcción de un nuevo modelo socialista a la venezolana, no es casual encontrase como respuesta a esta inquietud que el socialismo del siglo XXI es lo que Chávez dice que es el socialismo del siglo XXI. Si esta es la respuesta, no hay debate sobre socialismo ni en el campo bolivariano ni en Venezuela. Chávez sería la voz única e infalible. Esto tiene un nombre: estalinismo combinado con cesarismo. El peor de los males de la izquierda con el peor de los males de la derecha. No se puede seguir maltratando el debate. El maltrato a los desacuerdos cobra muy alto al estilo vertical de hacer política. Las decisiones en un proceso revolucionario democrático no se imponen, deben deliberarse.

No hay democracia protagónica revolucionaria sin democracia deliberativa, sin democracia interna en el campo bolivariano. Es un grave error plantear que “faltaron 3 millones de votos” y que “estas personas votaron por Bush”. Se abstuvieron porque formas y contenidos esenciales del proyecto de la reforma, sin modificación alguna, no logran convencer y atraer el voto bolivariano. No subestimen al pueblo, ni su intuición, ni su capacidad de autonomía política, intelectual y moral. El pueblo quiere socialismo pero quiere profundizar la democracia y la garantía de derechos fundamentales. No quiere una democracia de cogollos seudo-revolucionarios. No quiere la dedocracia seudo-revolucionaria. Existe una falla sísmica anti-democrática en el procedimiento utilizado y en la propuesta de reforma constitucional. Como ha dicho Douglas Bravo, hay un desenamoramiento con la infalibilidad del Lider.

El Gobierno bolivariano comienza a tener deudas con el pueblo, no al revés. Son los gobiernos los que contraen deudas con sus votantes cuando son elegidos para responder a las problemáticas económicas, sociales, políticas, militares, territoriales y culturales. Si en determinados plazos temporales, los gobiernos no cumplen, es natural que pierdan el apoyo y comiencen a aparecer nuevas alternativas. De esto se trata la democracia. El asunto no es que Chávez ahora se vaya del Gobierno en el año 2012, sino cual es el saldo acumulado para las fuerzas populares y socialistas en el 2012, que les permita superar a la derecha capitalista. Cuidado y si la falla de conciencia no está abajo, sino arriba, muy arriba. Es probable que en el seno del pueblo haya débiles, cobardes y flojos, pero en el alto gobierno también los hay, además de tránsfugas ideológicos e incompetentes. El potro de la revolución sabe tumbar a aquellos jinetes que son malos jinetes, o que les echan fuete y espuela cuando no se les ha dado suficiente reposo, alimento o cuidado. No maltraten al pueblo, esa no es la vía de la revolución democrática y socialista.

Nos enfrentamos con el imperio de Estados Unidos. No cabe duda. También a siglos de desigualdad y exclusión. Nos enfrentamos a hábitos de corrupción y burocratismo. También nos enfrentamos a severas debilidades ideológicas y capacidades de relanzar una política de izquierda que no repita los errores del socialismo realmente inexistente. Hay que hacerlo con alternativas democráticas y socialistas. El presidente de Estados Unidos celebra no la victoria del NO, sino los errores internos del campo bolivariano al caer en el campo minado de la reforma constitucional. Si de trampas constitucionales sabe alguien es el imperialismo norteamericano. Pregúntenle a su pueblo, que todavía hoy se le hace creer que tienen la mejor constitución del mundo, con actas patriotas y todo, y que no han vivido todavía la realidad del poder constituyente originario. Nada más y nada menos.

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