martes, 27 de marzo de 2007

Lo que el socialismo quiere decir

Rigoberto Lanz

A raíz del nuevo mapa político que se dibuja con los resultados electorales de diciembre se perfilan condiciones favorables para que los contenidos de una agenda de transformación puedan densificarse, es decir, ganar terreno en su definición sustantiva y traducirse progresivamente en experiencias tangibles. El voluntarismo de los decretos sirve tal vez como palanca de visibilidad de los asuntos álgidos de la revolución pero resulta enteramente supérfluo como cristalización verdadera de cambios de fondo. Ello quiere decir que la voluntad política para impulsar transformaciones efectivas tiene que estar acompañada de concepciones estratégicas bien definidas, de visiones emancipatorias que ajusten cuentas con los anacronismos ideológicos del marxismo soviético y del socialismo burocrático.

El clima creado con la asunción del nuevo período gubernamental apunta en la dirección de provocar cambios verdaderos en los núcleos duros del Estado. No sólo por el implícito reconocimiento de que en lo fundamental el Estado heredado permanece intacto, sino por la brutal realidad del agravamiento de fenómenos perversos como el burocratismo y la corrupción. ¿Cómo plantearse en serio la demolición del viejo Estado si no se ha podido definir una política efectiva contra la corrupción y el burocratismo? Ningún anuncio grandilocuente sobre los grandes asuntos de la revolución será creíble mientras permanezcan en la impunidad las lacras de la corrupción y el burocratismo. Sabemos de antemano que no se está luchando sólo con pequeñas desviaciones o malas prácticas administrativas sino contra una aceitada cultura que viene de muy lejos. La inutilidad de lo dicho y hecho hasta ahora en esta materia habla a las claras de la complejidad y envergadura de estas enfermedades.

El desmontaje del entramado institucional del viejo Estado es una tarea que en sí misma puede consumir buena parte de la energía disponible en este período que se inicia. Allí no hay que escatimar ningún esfuerzo ni empeñarse en una sola vía: la creación de consensos, el aprovechamiento de todo tipo de oportunidades, la puesta en escena de experimentos puntuales, el diseño de estrategias de distintos alcance. Tratándose de una lucha en contra de toda una cultura organizacional que lleva siglos reproduciéndose, existiendo poderosos intereses objetivos que nuclean a grandes contingentes de funcionarios y habiendo tan poca claridad en los sectores dirigentes de cómo encarar estas batallas, es comprensible que la incertidumbre y la poca credibilidad estén a la mano en los distintos ambientes donde está desarrollándose este debate.

De cualquier manera, el eje estructurador de las nuevas correlaciones de fuerza que este mapa está dibujando se define en el doble movimiento de la lucha contra las formas estatales tradicionales y la emergencia del poder popular en una dinámica de posicionamiento creciente. Esta “dualidad de poderes” ha de marcar los rumbos de las políticas públicas más emblemáticas hechas desde el gobierno y también el carácter de las luchas de los nuevos actores sociales disputando palmo a palmo su autonomía, su capacidad de decisión, sus reglas de auto-gestión política respecto a los pequeños y grandes espacios de la sociedad.

En este trayecto se pondrá a prueba un rasgo definitorio de una cultura democrática de nuevo tipo: la expansión de la crítica y la profundización de los espacios de discusión. No se trata de elementos de estilo ni de notas adjetivas a la vida democrática de la sociedad. Al contrario, se juega en estos rasgos una condición de fondo que roza muy de cerca la experiencia más íntima de la libertad, del despliegue del pluralismo y el cultivo de la diferencia que son consustanciales a la complejidad de la vida, a la fecundidad de toda experiencia libertaria. No se trata de formalismos jurídicos ni de exhortaciones morales. Cuando insistimos en precisar el talante de la crítica en la praxis de los actores políticos y de la cualificación creciente de los espacios de debate, es porque estamos en presencia de vectores definitorios de la calidad de los procesos revolucionarios. La lucha en este terreno abre distintos frentes donde se conjugan las tendencias burocráticas de los aparatos del Estado, las tendencias pragmáticas de grupos de intereses que no creen en el debate ni mucho menos en la función creadora de la crítica, la propensión hegemónica de grupos amparados en cuotas de poder. Este cuadro evidencia de suyo las dificultades para que las discusiones prosperen espontáneamente y para que la crítica se constituya en una palanca constructiva de una nueva conciencia revolucionaria.

Las palabras no son neutras. Pero las palabras tampoco significan una sola cosa, ni expresan unívocamente un solo sentido. “Socialismo” no es la excepción. Este término puede significar casi lo que nos de la gana (desde una remembranza nazi, pasando por distintas formas de “socialismo utópico”, hasta cualquier alusión a los toques posmodernos o las variantes nórdicas de organización de la sociedad) Ello obliga a ponerle apellidos a la palabra “socialismo” y a tener que explicar en cada caso cuáles son los contenidos que usted está defendiendo con el uso de esta terminología.

En Venezuela el debate no puede evitar hacerse cargo del recorrido de este concepto. Tampoco puede evitar el ajuste de cuentas con la experiencia histórica donde el “socialismo” burocrático puso la torta completamente. Ese es el punto de partida para cualquier debate serio sobre este asunto.

Nosotros intentamos marcar un cierto rumbo en esta discusión: --apuntalando el lugar teórico desde donde hablamos, es decir, sabiendo que las teorías políticas tradicionales no sirven para pensar esta revolución; --poniendo el énfasis en el desmantelamiento del Estado burgués (sin lo cual no hay ninguna revolución que valga la pena); --fijando la mirada en el carácter cultural de las transformaciones verdaderas; --acentuando con fuerza el papel de la crítica, de la discusión abierta, de la formación intelectual; -- recuperando con fuerza el protagonismo del poder popular frente a las intermediaciones institucionales; en fin, apostando duro por el impulso de prácticas subversivas que propaguen el efecto emancipatorio de las rupturas, de los conflictos, de las contradicciones. Póngale usted el nombre, nosotros nos quedamos con esos contenidos.

Todo lo anterior avizora una perspectiva cargada de posibilidades, un cuadro político muy favorable para profundizar las luchas en un sentido progresivo. Pero no hay que confundir las posibilidades con fatalidades. Nada de ello está garantizado automáticamente. Este clima favorable puede revertirse en calamidad si la conducción no atina y si las tendencias regresivas –que existen, es bueno recordarlo—terminan saliéndose con la suya. Por ello es bueno asumir las coyunturas como apuesta: voluntad volcada sobre procesos nacientes, conciencia lúcida sobre las asechanzas y desafíos. Por allí van los tiros.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Lanz y Miguel Pineda.

Me pregunto, ¿por qué seguir vaciando cajas de herramientas y no construir nuevos soportes teóricos desde la otredad a través de los ejemplos que han dado las sociedades amerindias? El maestro Sanoja y su compañera, Jaqueline Clarac, Lizarralde, Mosonyi y otros mas que han investigado sobre los modos de vida de las sociedades amerindias donde los modos de producción no tienen los criterios de competitividad que las sociedades occidentales han desarrollado-aunque aquí cabría un comentario ¿cómo participar en el mercado del mundo globalizado?- Las sociedades amerindias constituyen ejemplos de organización social, de solución de conflictos, de educación, de actitud para proteger el ecosistemas. Al retomar esos viejos horizontes cuya racionalidad no es la del socialismo real, ni ninguna de las que se han tratado de inventar cuya racionalidad sigue apegada a las estructuras mentales del capitalismo en todas sus formas de manifestación- podríamos construir una sociedad sin la esquizofrenia con la cual han construido o han intentado edificar las sociedades democráticas, socialistas. Maestro Lanz, ¿Qué ha pasado con el documento sobre la diversidad?. Hasta ahora, he visto que el tren de la modernidad viene con la misma carrera de los trenes anteriores. Detengámonos a mirar, registrar, escuchar, palpar como las sociedades amerindias se han sostenido a pesar del tren de la modernidad. Que hay otro rumbo, pero parece que los miembros del gabinete ministerial actual siguen teniendo la misma vergüenza que los anteriores. Las respuestas no pueden ser inmediatistas.

Seguimos anclado al modelo liberal cuando no desechamos la explotación del carbón y, buscando fórmulas para entrar en la producción de la energía nuclear. Los acuerdos con el Estado Iraní hablan de este desconcierto, de esta esquizofrenia socialista. El tendido eléctrico amazónico es otra forma de atender la racionalidad capitalista. A pesar de que han surgido otras alternativas de energías, la cólica, la solar entre otras; nuestra vieja maña de resolver al instante y no buscar caminos para las especificidades y considerar al individuo como también al sujeto; atender a las localidades es ir a sus necesidades reales, no solo perentorias. La racionalidad instrumental del mundo capitalista entro por el tuétano de nuestros huesos, de que los intentos de construir nuevas sociedades hayan fracasado. Maestro Lanz, UD del observa torio de la Misión Ciencia ha planteado la elaboración de nuevos paradigmas, no obstante lo que allí surge expone los modelos architrabajados con cambios de expresiones metafóricas. La nueva ciencia está en la etnociencia de los pueblos amerindios, en los pueblos milenarios. Esta, apenas hay pequeñas exposiciones que los antropólogos han mostrado. La nueva ciencia debe entrar en la Sierra de Perica, en la cuenca amazónica. .

Fíjese Maestro Lanz que la educación intercultural bilingüe ha sido construida desde afuera para dentro. En nuestras escuélaselos muchachos siguen estudiando ingles, francés, la vida en Grecia, roma y a las sociedades indígenas las ven de reojo. No se estudia curripaco, Bari, yukpa. Esto lo estudian los mismos indios ¿y entonces, ¿donde esta lo intercultural, el dialogo?

La construcción del partido único es la misma receta de la racionalidad instrumental. Ninguna sociedad amerindia ha mantenido un líder persecum seculorum. Los líderes se renuevan, no buscan la eternidad. La asamblea del pueblo convoca al líder, no Este a la comunidad. Pienso que Bolívar en el Discurso de Angostura tomo algunas ideas des estos pueblos y que el socialismo del SXXI ni siguiera ha visto.

Las herramientas con las cuales debemos hacer el abordaje, no hay que reconstruida, caeríamos en una episteme derridiana, llamase racionalidad instrumental. Las herramientas hay que HACERLAS de la sabiduría de como estos pueblos han sobrevivido.

Saludos

Luis Felipe Oquendo

Debates sobre el socialismo dijo...

Amigos:

Los comentarios del camarada Mosonyi
ilustran bien el problema de las inconsistencias en los procesos de
transformación de la sociedad; aquellas que provienen del desconocimiento y
mal manejo de los asuntos, las que están asociadas a prácticas oportunistas
y politiqueras y las que se inscriben en concepciones sencillamente
reaccionarias. La revolución pasa por estos intríngulis casi
inevitablemente. La clave es contar con una buena brújula para no perderse.

Saludos:

R. Lanz

Estimado Luis:

Estoy encantado con el breve pero vigoroso mensaje en que insistes con
argumentos lúcidos en la necesidad de auscultar -para el socialismo del
siglo XXI- las culturas verdaderas y profundas de los pueblos amerindios e
indígenas en general, su resistencia histórica, sus etnociencias, su aporte
a la conservación del planeta y hasta su problemática actual frente a las
derechas e izquierdas más o menos convencionales. Prometo, más temprano que
tarde, volver sobre este tema inagotable. Tienes mucha razón al decir que
tal vez la única gran dificultad de cotejar las sociedades indígenas con los
estados y bloques estatales contemporáneos capitalistas y socialistas está
en la naturaleza intrínsecamente tecnocrática, urbana y globalizante de
estas últimas frente al comunalismo y regionalismo de los pueblos
originarios. Sobre esto también me gustaría incidir más adelante. Sólo un
pequeño desacuerdo: la Educación Intercultural Bilingüe, tal como la hemos
venido formulando la gente de Barbados, otros científicos sociales de
avanzada y los propios teóricos indígenas, sí toma en cuenta -en forma muy
radical y explícita- las culturas indígenas, tanto en su versión originaria
como sus posteriores adaptaciones y transformaciones. Te invito a releer,
entre otros, mi libro recientemente publicado sobre Educación Intercultural
Bilingüe. Lo que sucede es que este mismo régimen, como tantos otros, se ha
venido secuestrando por burócratas eurocéntricos y politiqueros oportunistas
que aún viven de la ignorancia militante. Pronto seguiremos conversando.
Saludos cordiales y sigue adelante...

Debates sobre el socialismo dijo...

Estimado Luis:

Son muchos los asuntos que suscitan tus
comentarios. Apenas me detengo en la cuestión básica de lo que “falta” y lo
que persiste en un proceso como el venezolano. La lista en ambos sentidos
podría ampliarse muchísimo. Ello quiere decir que persisten lógicas,
prácticas y discursos que corresponden netamente a la vieja civilización.
Ello será así por un largo tiempo (el mismo tiempo que “tardan” los
verdaderos cambios culturales) Por el lado de lo que está “faltando” ocurre
lo mismo: la emergencia de lo nuevo, de lo cualitativamente diferente, es un
proceso de alumbramiento que supone una tenaz lucha con lo establecido, con
los límites del status quo. Lo que parece claro aquí y ahora es que esas
tensiones múltiples y complejas hay que trabajarlas todos los días, es
decir, no pueden ser diferidas como si nada tuvieran que ver con la
revolución misma. Allí la regla de oro es atreverse a plantearlo por encima
de las conveniencias pragmáticas y de los intereses circunstanciales. En ese
espíritu es posible que las distintas interpretaciones sobre lo que está
ocurriendo encuentren su cause y produzcan los impactos deseados. A
sabiendas de que no estamos pensando en la misma onda y que percibimos los
procesos reales de manera diferente.

Un
abrazo:


R. Lanz