martes, 26 de agosto de 2008

HEGEMONIA Y RADICALIZACION DE LA DEMOCRACIA


Ernesto Laclau y Chantal Mouffe*

En noviembre de 1937, exiliado en Nueva York, Arthur Rosenberg concluía su reflexión acerca de la historia europea contemporánea, a partir de la Revolución francesa1. Esta reflexión, que cerraba su vida de intelectual militante, se centraba en un tema fundamental: la relación entre socialismo y democracia o, más bien, el fracaso de las tentativas de construir formas orgánicas de unidad entre ambos. Este doble fracaso -de la democracia y del socialismo- se le presentaba como un proceso de extrañamiento progresivo, dominando por una cesura radical. En un primer tiempo, la «democracia», concebida como campo popular, es el gran protagonista de los enfrentamientos históricos que dominan la vida europea entre 1789 y 1848. Es el «pueblo» (en el sentido de plebs y no de populus), las masas escasamente organizadas y diferenciadas, las que dominan las barricadas de 1789 y 1848, la agitación cartista en Inglaterra o las movilizaciones mazzinianas y garibaldinas en Italia. Más tarde viene la gran cesura constituida por la larga reacción de los años cincuenta, y cuando con posterioridad a la misma protesta popular se renueva, los protagonistas han cambiado: serán o bien los sindicatos, o bien los incipientes partidos socialdemócratas los que, primero en Alemania e Inglaterra, y luego en el resto de Europa, se afianzarán crecientemente en el último tercio del siglo.

Esta cesura ha sido frecuentemente interpretada como la transición a un momento más alto de racionalidad política por parte de los sectores dominados: en la primera mitad del siglo el carácter amorfo de la «democracia», su ausencia de raíces en las bases económicas de la sociedad, la habrían hecho esencialmente vulnerable e inestable, y no le habrían permitido constituirse en una trinchera firme y permanente en la lucha contra el orden establecido. Sería sólo con la desintegración de este «pueblo» amorfo, con la sustitución del mismo por una base social sólida como la clase obrera, que los movimientos populares habrían de alcanzar la madurez que permite encarar una lucha a largo plazo contra las clases dominantes. Sin embargo, esta mítica transición a un estadio más alto de madurez social resultante de la industrialización, y a un grado más alto de eficacia política…Continua en www.cholonautas.edu.pe

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