jueves, 17 de enero de 2008

Trampas fecales en la "R" *

ABRAHAM GÓMEZ**


A veces nos parece tan fastidioso e insoportable que seamos un ente racional en permanente fabricación, en un proceso de ilimitado llenado y que esa inalcanzable completitud la procuramos en ámbitos ocasionalmente impensables de la sociedad.


Inmenso desafío tenemos hoy quienes presumimos que hacemos afinadas elaboraciones de conocimientos, y que además las exhibimos en tanto una exquisita creación cognitiva. ¿ Por qué estamos encarando un reto? Porque la densidad y consistencia que aspiramos darle a todo cuanto internalizamos y expresamos nos obliga a establecer las diferenciaciones con lo que a cada paso nos tropezamos, con procedencia de la esfera política, mayormente, cuyo propósito e intención persigue sumirnos en ese estado de cosas en las que sus propaladores se solazan.

Escaso o nulo recato observamos en el detentador superior del poder cuando apela a la escatología, en su más desvestida forma, con tal de aproximar una idea, auxiliante para sus despropósitos, aunque hunda el escrúpulo en esa abyección. Tal ha sido el comportamiento en los últimos tiempos: manifestaciones de regresión, bajeza, repudio, ineptitud, inmoralidades, radicalismo, persecuciones y bastante más, lo que han aparejado con justificaciones que han sido intragables por imbéciles. Las revoluciones suelen estar signadas por retiradas tácticas, que no son ni buscan rectificación o propósito de enmienda.

La vieja conseja. Manejada de modo hábil y sibilino.

Cuando perciben que sus devaneos ideologizantes son deleznados dan en apariencia marcha atrás, hacen como si se replegaran, con ofrecimiento incluido de no incurrir nuevamente en esa desfachatez.

El peligro que siempre estuvo anidado irrumpe con recurrencia una vez que pasa la resaca del descalabro. La historia de la humanidad tiene retratada por ominosa la característica esencial de esta detestable línea de pensamiento, que en la búsqueda de un igualitarismo de los seres humanos liquidan sus libertades. Cuál es la diferencia entre lo que ya sabemos de estos regímenes totalitarios de fundamentada estirpe militarista y las escenas develadas en nuestro país actualmente.

Un funcionario con serio padecimiento del síndrome de Tourette: enfermedad que lleva a la persona que la sufre a experimentar trastornos obsesivo-compulsivos, megalomanía, problemas de percepción, excesiva irritabilidad, pobre tolerancia a la frustración, etc., no está en condiciones de dirigir el Estado, porque constituye un descomunal entrampamiento, del cual no es fácil librarse.

Así también se le oculta al país la gravísima crisis económica en la que estamos y la que se encima, a pesar de haber blandido inmoderadamente un tal desarrollo endógeno que dista mucho de 85% del presupuesto nacional destinado a importaciones en general para poder mantener activa una cuarta parte del aparato productivo. Otra trampa que por más que han intentado enmascarar con la reconversión monetaria aflora por los diversos intersticios de la economía.

La actitud revisionista asomada con sarcasmo debe corresponder en mayor proporción a las correcciones conductuales demoradas a lo interno de lo que denominan proceso. La insistencia a un retrogradismo de etapas ya superadas ha sido el eje teórico fundamental de los ideólogos del presente régimen en Venezuela.

La realidad del país vislumbra, los recientes comicios así lo demostraron, una perspectiva distinta: más humana, con libertades, respetuosa de las condiciones individuales y de las posibilidades de cada quien, en pleno acatamiento al Estado de Derecho. La máxima aspiración de la población venezolana no es la tramposa desaceleración de las acciones que propendan a la inconveniente imposición, a sangre y fuego, de un indescifrado y todavía inexplicado socialismo.

Nuestro país anhela una legítima reinserción en los principios rectores de una verdadera democracia con justicia social.

* Miradas Múltiples para el diálogo, El Nacional, A-10, 17-01-2008
** Instituto Tecnológico de Tucupita

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