sábado, 15 de diciembre de 2007

Que no ganara el sí

Daisy D'Amario*
ddamario@cipost.org.ve

Miradas múltiples para el diálogo**


Desde la noche del 2 de diciembre, a la espera de los resultados del Consejo Nacional Electoral, comenzó la reflexión a lo interno del chavismo por los resultados obtenidos en el referéndum constitucional, no sólo como parte de la evaluación que realizan los "perdedores" al final de una contienda, sino sobre todo como fruto de la sorpresa por los resultados.

Pero, ¿de dónde viene esta sorpresa? ¿Acaso no se sabía que la gente no estaba convencida acerca de la propuesta de reforma constitucional? Pese a saberlo, el chavismo creía que por ser una propuesta del Presidente de la República el pueblo votaría Sí; el Presidente y el Comando Zamora sabían que la gente no estaba convencida, pero pensaban que votaría que Sí.

El reconocimiento del liderazgo del Presidente parecía una garantía para que la propuesta ganara. Estamos acostumbrados a ver a Chávez ganar y se le utiliza, con buenas o con malas intenciones, como la última carta para dirimir, agotar, sabotear, subestimar los conflictos, las diferencias y las discusiones entre quienes le siguen. Se sigue o no se sigue a Chávez se ha convertido en el quid de la política venezolana.

Y, sin embargo, un importante sector de la población, decisivo para el chavismo en confrontaciones electorales, consultivas y referendos, decidió no ir a votar. Se sabía que la abstención se había dibujado como una opción a lo interno, pero no se esperaba que tuviera tal incidencia: que sin su votación la oposición lograra superar a la maquinaria y al chavismo. Ahora muchos piensan que votó el chavismo duro y que no votó el chavismo light; otros piensan que votó el chavismo consciente y que no votó el chavismo ignorante.

Es decir, el liderazgo, el carisma, los sentimientos sociales y políticos que se aglutinan en torno a Chávez no son suficientes para convencer, para mantener y construir políticamente en torno a los nuevos contenidos propuestos para la Constitución.

Y eso es una buena noticia.

Acusados de irracionales, populistas, de masas engañadas, alimentadas por el verbo presidencial y las misiones sociales, los bolivarianos han mostrado, al contrario, su autonomía, su complejidad y multitud.

Aunque la oposición haría bien en no ilusionarse pensando que construyó una nueva mayoría política o que la gente se "desenamoró" del proyecto bolivariano, el chavismo no debe confiar en "capitales políticos" como si se tratase de recursos económicos de los cuales disponer en cualquier momento y lugar.

El presidente Chávez, aun con toda la hidalguía que demostró y cabía esperar democráticamente en su alocución de la madrugada del 3 de diciembre, comete nuevamente un error cuando dice que su propuesta sigue allí y que "no le cambiará una coma".

Pero si se quiere una propuesta que sea sostenida por hombres y mujeres fuera de él mismo, que sea un norte para las prácticas sociales y políticas de los venezolanos, si se quiere que sujetos sociales se convenzan, la encarnen, la aprueben y la defiendan, entonces –¿cuál es el problema?–, hay que lanzar verdaderamente las ideas y los proyectos al ruedo de la participación y asumir y coadyuvar a los cambios que pueden derivarse de esta participación democrática, que debe entenderse en sí misma como parte de la construcción del nuevo modelo de sociedad.

Si hay algo que lamentar es el tiempo, los recursos y la oportunidad perdida en los intentos de "aprobar" una reforma, que se han podido dirigir a un proceso de construcción social de significados y consensos en torno a la idea de una sociedad basada verdaderamente en la justicia y en la inclusión. Pero si los resultados del referéndum sirven para analizar cómo la gente se relaciona con la política, con el Gobierno, con el Estado, si sirve para cuestionar significados del liderazgo, para analizar el papel que asumen los dirigentes y los seguidores políticos, para deshacerse de los chantajes emocionales, entonces, los chavistas tienen que agradecer que no ganara el Sí, porque es un gesto político para reclamar participación y protagonismo en las decisiones. Esperemos que esta lección sea la primera en ser tomada.

*UCV

** El Nacional

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