domingo, 25 de febrero de 2007

Socialismo del Siglo XXI y Educación (Segunda parte)

Luis Rafael Peñalver B.

Vamos ahora a una segunda parte, aunque ya hay aspectos que hemos mencionado en la primera. Trataré de trazar una cartografía de posibilidades desde la cual pudiera concebirse unas agendas para el trabajo socialista por-venir, en el entendido que tales agendas serán posibles si y solo sí se construyen en el espíritu del debate y de la crítica de pensamiento, en el contexto de la creatividad, la participación, el respeto y la libertad. Si ello no llegara a ocurrir, lo más probable es que tengamos aplazada la materia más importante: creer en nuestras posibilidades, creer en nosotros mismos, creer en nuestro pueblo. Lo diremos de otra manera: si allí la máxima calificación cuantitativa corresponde a veinte puntos, estamos obligados a obtener sobresaliente y contar con veintiún puntos. Por cierto ¿Cuánto sacaría usted?

Ahora, ¿Cuáles serían, puntualmente hablando, esas claves[1] para promover en nosotros y en la educación venezolana, una sintonía hacia el Socialismo para el Siglo XXI?

  1. Nuestra primera clave está representada por la lucha feroz y a brazo partido contra antivalores como el egoísmo, el individualismo, pronunciadamente capitalistas. No bastará con enseñar qué es solidaridad o aprender qué es solidaridad; es decir, no hay lugar para que el profesorado se sienta satisfecho por haber “dado” una clase brillante sobre solidaridad y el estudiantado ande muy contento porque aprobó una evaluación sobre el tema de la solidaridad. Para los efectos del Socialismo para el Siglo XXI, uno y otros están claramente aplazados. Pero, buena noticia, podrán reparar. Solo que la prueba para ambos será generar una cultura de vida solidaria. La palabra es buena, pero el gesto conciente transforma y reconstituye nuestra humanidad. La responsabilidad social que hoy tenemos, es indelegable y la solidaridad puede imprimirle un sello transformador.

  1. El Socialismo para el Siglo XXI, como posibilidad, se construye con y desde los movimientos sociales emancipatorios. Impulsar en la escuela, con la escuela, desde la escuela, movimientos con fuerza y determinación con responsabilidad social y de participación, pudiera fortalecer experiencias como las cooperativas, los consejos comunales, las asociaciones productivas, donde la conformación de lazos de cooperación y definición de visiones conjuntas, sean una prioridad. Nuestras experiencias pedagógicas y de gestión escolar, tendrán que hacerle lugar a una especie de reingeniería pedagógica y gerencial, basadas en las decisiones grupales, en la consulta, en el diálogo, sin imposiciones ni exclusiones.

  1. El Nuevo Socialismo (otra manera de nombrarlo) tendrá como soportes fundamentales la libertad y la justicia y en las instituciones educativas, uno y otro valor pudieran constituirse en ejes transversales para ser y para vivir, no solo para estudiar; donde la libertad es lo que me hace ser responsable de lo que soy y la justicia para impedir a toda costa el sometimiento y la explotación de unos por otros. Ya decían Mari y Engels en el Manifiesto Comunista que “El lugar de la antigua sociedad burguesa… será ocupado por una asociación en la que el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos” Así, la libertad tiene un contenido plus ultra en nuestro debate. Todo germen represivo que atente contra el desarrollo de las personas y de los pueblos, va en dirección contraria al espíritu que aspiramos promover desde el Nuevo Socialismo. Acudiendo a unas palabras recientes del Vice-Presidente de la República, Jorge Rodríguez, la única dictadura posible es la dictadura de la democracia y, agregamos nosotros, de la justicia y la libertad. El retorno pedagógico en estos contextos, sería ganancia neta para el futuro de nuestro país.

  1. El Socialismo para el Siglo XXI, acudiendo a un “viejo” pensamiento del amigo Rigoberto Lanz, hay que entusiasmarse por vivir. Alguien con espíritu socialista vive en una pasión desbordante, en un éxtasis por vivir, con relaciones de intensidad, a construir la mayor suma de felicidad, como dijo Simón Bolívar. Así podremos rediseñar nuestras responsabilidades pedagógicas. Una auténtica pedagogía que de lugar al arte, la música, la poesía, las expresiones populares, la vida común y ordinaria, al acontecer diario, pudiera ser un buen comienzo.

  1. El Socialismo para el Siglo XXI, al menos el que aspiramos, tiene un privilegio fundamental por la educación, pero una educación concebida fuera de los estándares rutinarios. Esa visión que privilegia lo escolar y escolarizante como espacios exclusivos para la educación, arruina la posibilidad de compartir experiencias con otros seres humanos que han sido históricamente excluidos. La Nueva Escuela tendrá un nombre: República Bolivariana de Venezuela. La escuela tendrá que inventar estrategias para salir de las escuelas y las universidades y las misiones educativas, tendrán que hacer algo similar o correrán el riesgo de ver comprometidas sus responsabilidades sociales. Por ejemplo, la Misión Robinson transcendió los actos de leer y escribir como únicas posibilidades y ahora hace fuerza en el ejercicio de la ciudadanía, en el ser republicano ¿Dónde estamos haciendo fuerza nosotros?

  1. El Socialismo para el Siglo XXI podrá ser la alternativa al capitalismo, apostando, en principio, por quienes han sido menos favorecidos, como nuestros conciudadanos pobres de ciudades y pueblos, la población campesina, las comunidades indígenas. El Socialismo para el Siglo XXI pudiera ser un proceso político inclusivo para quienes habitan este país y con atención especial para la niñez y la juventud abandonada y a quienes, por múltiples razones, aun deambulan sin hogar. Con todos los esfuerzos del gobierno, aun vemos estas indignidades sociales. Y parte de ese esfuerzo pendiente, pasará por luchar tenazmente contra la corrupción, la corruptela y los corruptos; la burocracia, la no transparencia en el manejo de los recursos. La escuela podrá ser el espacio para enfrentar la corrupción, luchar decididamente contra la burocracia (incluida la del pensamiento) y promover la vocación por la transparencia en el manejo de recursos. Hay una práctica perversa que atenta contra la atención a tiempo de los sectores nacionales menos favorecidos. Quienes anden por esos caminos tendrán que ser denunciados con pruebas, separados de sus responsabilidades y sometidos al imperio de la Ley y del trabajo honesto. Tenemos que erradicar los mecanismos que producen damnificados sociales. Una vida digna es el norte: trabajo, educación, cultura, alimentación, sanidad, vivienda, agua potable, energía eléctrica, tendrán que formar parte de proyectos integrales de inclusión. Ahí está un baremo social preliminar.

  1. La violencia es un aspecto por atender. El asesinato pareciera el camino más corto para contar con unos zapatos de marca, dinero inmediato o, sencillamente, arreglar un desencuentro. La cultura de la muerte se nos está haciendo tan natural, que ya el linchamiento nos parece legítimo y hasta justo. El ojo por ojo y diente por diente recorre los espacios sociales, recorre los espacios escolares. Los extremos son tales, que se atenta violentamente contra los demás, porque lo importante son “mis” problemas o los problemas de un sector y el resto, simplemente, no importa para nada. Esa cultura de la muerte, de la violencia y contra los derechos de los demás, es contraria al Socialismo para el Siglo XXI. Aquí tenemos que ser extremadamente creativos para instalarnos, léase bien, en una cultura por la vida, en una cultura de la vida, en una cultura de paz, en una nueva cultura ciudadana o los linchadores serán los nuevos héroes superpoderosos.

  1. El Socialismo del Siglo XXI podrá ser la oportunidad histórica para darle cuerpo al diálogo intercultural, plurilingüe y diverso. No queda lugar para acudir a mecanismos que intenten colocar unas culturas por encima y por debajo de otras. Cada cultura tiene su historia, sus valores, sus protagonistas y sus potencias y nada ni nadie podrá despojarlas de tales características. Todas las lenguas, sin excepción, merecen atención en los educativos. Habrá que darle precisamente por la lengua a quienes califiquen como infralenguas, dialectos o microidiomas, a otros idiomas. Lo diverso y la diversidad deben gozar de nuestro mayor respeto. Pareciera contradictorio, pero lo que nos hace humanos e iguales es nuestra diversidad. Los odios y las diferencias contra otros seres humanos son intolerables en la nueva sociedad socialista y en la nueva educación.

  1. El Socialismo para el Siglo XXI avanza en la medida en la medida que avanzan la participación y el poder popular. El Socialismo para el Siglo XXI es un asunto muy serio como para dejarlo en manos del funcionarato de siempre, sea designado o elegido. Más poder para el pueblo no es una consigna, es una determinación para el éxito del Nuevo Socialismo. Las formas de democracia directa ejercida con altos criterios de responsabilidad ciudadana, el reforzamiento del poder popular local a través de los Consejos Comunales como alternativa para una nueva gestión de las políticas públicas, el descentramiento en la administración de presupuestos y gastos, la creación de los Consejos Populares en Defensa de la Educación Pública, podrán ser parte del nuevo poder popular alejado de las cofradías partidistas, las macotas arribistas y los aprovechadores de oficio.

  1. El Socialismo para el Siglo XXI será posible con una auténtica Revolución. Una Revolución que tendrá, primeramente, que ocurrir en nosotros y que atraviese nuestros pensamientos, valores y formas de ser. Una Revolución que fracture la pesadez del Estado capitalista, la ineficacia de sus leyes y normas, la burocracia antihumana; una Revolución que provoque una conmoción institucional necesaria para que los organismos y sus actores recuerden la responsabilidad pública y que se deben, en primero, segundo y tercer lugar, a cualquiera ciudadano o ciudadana que así lo requiera. Una revolución que también recorra todos los rincones del Sistema Educativo Venezolano. Al final, se trata de una Revolución con potencialidad auténtica transformación.

Bueno, pudiéramos decir que esto es una especie de decálogo que podrá estirarse, encogerse, transformarse o, definitivamente, cambiarse; para eso, precisamente, es el debate en torno al Socialismo para el Siglo XXI.

Permítanme culminar con unas palabras del amigo Juan Carlos Monedero:

No sabemos cómo es el socialismo del futuro, pero sabemos cómo no debe ser. Por eso hay un horizonte firme: todo lo que supere al capitalismo, logrando la alternativa [de] hegemonía social, va en la dirección correcta. Por eso, el socialismo del nuevo siglo debe desbordar al capitalismo, acentuar su condición contradictoria, acelerarle sus callejones sin salidas, usar sus recursos para demostrar su inhumanidad, su ineficiencia, su carácter depredador.

Ahora una pregunta final ¿Quiénes tienen disposición para construir el Socialismo para el Siglo XXI, siendo auténticamente Socialistas para el Siglo XXI? Esa es la cuestión.


[1] Varios aspectos de los aquí expuestos, están referidos en el artículo El socialismo del siglo XXI, un modelo para armar, elaborado por Juan Carlos Monedero (2005), quien fue Observador Internacional en el Referéndum Revocatorio realizado en nuestro país.

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