lunes, 26 de febrero de 2007

Socialismo del Siglo XXI y Educación (Primera parte)


Derecho a recibir una educación que fomente la solidaridad,
la amistad y la justicia entre todo el mundo.

Luis Peñalver

Socialismo para Siglo XXI parece, hoy más que nunca, una frase escandalosa que ha tenido la dicha de convertirse en vedette política de los más diversos escenarios nacionales e internacionales. Su más famoso y renombrado mentor, el Presidente Hugo Chávez, pudiera ser acusado de causar un terrible terremoto cognitivo cuyas ondas están recorriendo tanto a la derecha como a la izquierda. En el país, aparte de las múltiples visiones que se han publicado sobre el tema y que tienen como autor, entre otros, al mismo Presidente, también han opinado, en número considerablemente significativo, quienes adversan la Revolución Bolivariana, quienes la apoyan totalmente, quienes la apoyan parcialmente, quienes prefieren ver las cosas de lejito y quienes asumiendo una aparente neutralidad y objetividad, también hacen sus apuntaciones.

En este último caso, me estoy refiriendo, léase bien, por favor, a la jerarquía de la Iglesia Católica, donde aun con muchas diferencias, hay voces con las cuales no es posible diálogo alguno, porque sencillamente un sector ya aniquilado esa posibilidad. Y voces que hacen esfuerzos por expresar planteamientos que bien vale la pena leer y estudiar.

Un ejemplo de ello es el documento que, a pocos días de celebrarse la elección presidencial, puso en circulación la Conferencia Episcopal Venezolana. Aun cuando el episcopado venezolano insiste en la vocación e intención religiosa del referido texto, a mi me parece, y lo digo con el mayor respeto, un texto político de gran envergadura, escrito por religiosos católicos. Es, digámoslo así, una representación de su pensamiento político.

Otros factores políticos nacionales, a los cuales les encanta y excita autodenominarse democráticos o socialistas democráticos, ya tienen decidido, y es conocido por “todos”, lo que pasará en Venezuela: “se iniciará un socialismo perverso, pasará por el comunismo y culminará en fascismo o nazismo, porque el Teniente Coronel Chávez sigue los consejos de Fidel Castro, quien también es etc., etc.” Sé que ustedes están muy bien enterados de lo que este factor político, que es más bien un factor desestabilizador definitivamente disociado, exclama diariamente por casi todos los medios posibles, hasta por Venezolana de Televisión, aunque luego van a otros canal y dicen que no hay libertad de expresión.

En estos escenarios de discusión, que están construyéndose y desarrollándose todos los días, también concurren otros factores de opinión que tienen que ser atendido críticamente y con el mayor de los cuidados. Ahora me estoy refiriendo a los “socialismólogos”, “especialistas en socialismo” o “expertos en socialismo”. Que nadie, léase bien, nadie considere que tiene algún privilegio para hablar en nombre del Socialismo y muchos menos en nombre del Socialismo para el Siglo XXI. Y esto lo señalo, porque hasta el mismo Presidente ha repetido hasta el cansancio que el Socialismo para Venezuela hay que inventarlo; tenemos, así, en letras destacadas, TENEMOS que crearlo, que concebirlo, que parirlo, que criarlo y que cuidarlo.

Si aquí llegara a circular algo que pudiera llamarse Socialismo para el Siglo XXI, tendría un propietario: el pueblo de Venezuela, las ciudadanas y los ciudadanos de este país que podría emerger con nuevos sentidos.

Ojalá que a las instituciones educativas llamadas de educación superior, públicas o privadas, no se les ocurra la atroz idea de diseñar carreras de grado para otorgar títulos de Licenciatura, Profesorado, Técnico en Socialismo o acudir a otros dispositivos de saber-poder como cursos, diplomados, especializaciones, maestrías, doctorados, posdoctorales, presenciales, virtuales y a distancia, para legitimar ciertos conocimientos, descalificar otros e impedir que buena parte del pueblo no pueda inscribirse. Digámoslo de otra manera: si alguna de estas figuras llegara a tener algunos requisitos, como no sean leer, escribir y querer construir una Venezuela distinta, otra vez estamos repitiendo la película que representa el peor de los flagelos que ha sufrido buena parte de nuestro pueblo: la exclusión.

Estamos diciendo que el debate acerca del Socialismo y del Socialismo para el Siglo XXI, porque son dos cosas diferentes, será un auténtico debate, democrático y protagónico o no será. Y disculpen estas palabras que parecen más bien un llamado de atención, pero no habrá lugar ni tregua para discursos privilegiados ni que gocen de ciertas prerrogativas porque han adquirido pase de cortesía. Más bien podemos aprovechar este debate sobre Socialismo y Socialismo del para el Siglo XXI, para fortalecer los valores de una nueva ciudadanía, de una ciudadanía que construirá su porvenir en le presente. Amigas y amigos, el asunto es, al final, ¡cuidado con los apóstoles del Socialismo para el Siglo XXI y los falsos profetas ídem!

Me voy a permitir en este calentamiento preliminar, compartir otra idea que, esquemáticamente, tenía guardada para el final, pero que en el proceso de rebobinar algunas cosas, decidí que mejor era curarme en salud ética y exponerlas en la obertura.

La expresaremos telegráficamente y luego pretenderé ampliar un poco. El asunto es el siguiente: si hay un dato que tenga el mayor volumen en este debate acerca del Socialismo, el Socialismo para el Siglo XXI y ahora del Socialismo para el Siglo XXI y la Educación, es el que nos involucra a nosotros mismos como seres humanos. Podemos hacer una especie de “carrera socialista”, si ello llegara a existir, e ir a cuanto evento político o académico se presente, escuchar disciplinadamente todos los Aló Presidente y las alocuciones de nuestro Presidente, contar con una biblioteca de textos, comprados o expropiados, del pensamiento socialista mundial, adquirir los libros que el Presidente ha promocionado, leernos las obras completas de Marx, Engels, Lenín o Mao, por lo menos; uniformarnos de socialista y, además, vociferar por los cuatro vientos: ¡soy socialista!. Lamento decirles que le vamos a aguar la fiesta a un grueso considerable de amigos y amigas, pero todo eso que hemos nombrado puede que represente un reconocible y quizás hasta gratificante esfuerzo, pero, aun así, no es suficiente. Digámoslo otra vez: NO ES SUFICIENTE.

Edgar Morín, nuestro amigo que ha repotenciado el pensamiento complejo y de la complejidad, habla de las cabezas bien llenas y de las cabezas bien puestas. Y esto bien pudiera servirnos de ejercicio para hacer dos interrogantes: ¿Vamos a tener cabezas bien llenas de Socialismo para el Siglo XXI? O ¿Vamos a tener cabezas bien puestas de Socialismo para el Socialismo del Siglo XXI? El Socialismo para el Siglo XXI podrá debatirse, por supuesto, como forma diferente de vivir, porque constituye una lucha permanente contra el capitalismo y sus valores; pero también estamos obligados, éticamente hablando, a debatirlo como otra forma de ser ciudadano o ciudadana; es decir, para transformarnos en auténticos seres humanos.

Si estos debates y reflexiones acerca del Socialismo para el Siglo XXI no trastocan nuestras fibras y muchos de los valores con los cuales hemos vivido o convivido, le estaremos dando un chance al Nuevo Socialismo, por una razón muy sencilla: el Socialismo para el Siglo XXI pudiera ser bueno para declararlo o nombrarlo, pero es mejor para vivirlo plenamente. Parafraseando al amigo Rigoberto Lanz, diríamos: entusiásmese por vivir socialistamente. Aquí lo importante es saber en cuál parte de la cancha de juego está usted, ello en el entendido que está en la cancha y no en las gradas mirando como pasan los tiempos del juego que, por cierto, se inició hace un largo rato.

Pudiéramos decir que una oportunidad estelar se nos está presentando en este debate. Si quieren debatan con el Presidente, desquítense con quienes hacen propuestas relacionadas con el Socialismo para el Siglo XXI, póngase en total desacuerdo conmigo, pero, por favor, debata sus propias ideas, piense sus propios pensamientos. Tómese tiempo para ello.

El debate que nos convoca desde el Socialismo, entendido como las experiencias de pensamiento construidas y experiencias sociales vividas, y el Socialismo para el Siglo XXI, como pensamiento y experiencia por concebir, involucra no solo el factor de apellidamiento político como cristiano, utópico, democrático, marxista, entre otros, y lo llamamos sencillamente para el Siglo XXI, también contiene temas transcendentales muy significativos porque, en primer lugar: estamos implicando el presente y el futuro de nuestras propias vidas y de otras vidas que vendrán; en segundo lugar: porque estamos empeñados en transformar las prácticas económicas, políticas, sociales, culturales y educativas, entre otras; y, en tercer lugar: porque construiremos (juntos) otro modo de vivir.

Esta discusión tendrá que ocuparse, necesariamente, de las múltiples lecciones históricas para tener un crítico inventario de grandes patrimonios del pensamiento socialista como Saint Simon, Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Ulianov (Lenin), León Troski, Rosa Luxemburgo, Mao Tse Tung, Ho Chi Min, Ernesto Guevara, Fidel Castro Ruz y, junto a ellos, ampliar nuestros horizontes en América Latina y el Caribe y el resto del mundo en general y en Venezuela de manera particular, desde las creaciones del Maestro Simón Rodríguez, hasta el Presidente Hugo R. Chávez Frías. Como dice el mismo Presidente: debemos buscar tiempo para estudiar, leer y escribir; yo agregaría, que quien se presuma o quiera llamarse o le gusta ser nombrado socialista, está condenado a estudiar, a leer y a escribir. Un socialista serio, una socialista seria, estudia, lee y escribe.

Tal vez, hasta tengamos que hablar con el Presidente para inaugurar otra Misión, la Misión Socialismo para el Siglo XXI; mientras tanto, no hay excusa que valga para desentenderse de la gran responsabilidad que tenemos en la concepción, desarrollo, evaluación y reajuste del denominado Tercer Motor: Moral y Luces, Educación en Todos los Espacios. Aquí está, sin lugar a dudas, una oportunidad pedagógica con la cual no habría soñado jamás persona alguna, pues nos referimos, nada más y nada menos, que a la lógica de inclusión más extraordinaria que puede exponerse así: en cualquier parte de nuestra República donde hayan por lo menos dos personas, allí podemos encender el Tercer Motor, el Motor de la Moral y de las Luces, el Motor de la Educación, el Motor del Pensamiento y la Práctica Socialista en Construcción.

Otra de las lecciones históricas, aparte de las referidas al pensamiento socialista en su más amplia diversidad, son las relacionadas con las experiencias de vida social implicadas con los múltiples socialismos. Allí tenemos el compromiso de acercarnos a los relatos vinculados con la Comuna de París, comentada por Marx, la Revolución Rusa, desde Lenin hasta Gorvachov, pasando por Stalin y Niñita Kruchov; la Revolución de la República Popular China hasta los tiempos recientes, las experiencias de Corea, Cuba, Chile, Guatemala, Albania, Vietnam, Camboya, pasando por el presente reciente latinoamericano en el contexto de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR).

¿Dijo usted Socialismo para el Siglo XXI? Bueno, aquí tiene un entremés exquisito: iniciar por el corazón y el espíritu mismo del Socialismo. No tenemos chance para los desastres ni para las copias por muy buenas que algunas nos parezcan, ni para perder la oportunidad de reconstituirnos como ciudadanos y ciudadanas de primera. Esta es una oportunidad que NOS PERTENECE. Mucho cuidado con esas organizaciones (partidos, gremios y similares) que siempre andan inventando trampas para ser reconocidos como portadores de…, defensores de… o creyentes en…, cuando lo que buscan son cuotas de poder y mecanismos arribistas para las directivas y quienes logren acercárseles.

Llamarse socialista, socialista para el siglo XX o revolucionario, para no serlo, es vivir en un remedo ético de corte capitalista y si usted habla como capitalista, piensa como capitalista, gestiona como capitalista, funciona como capitalista, camina como capitalista, trata a la gente como capitalista, escribe como capitalista, sueña como capitalista, entonces no le queden dudas: usted es capitalista por muy socialista que se nombre o lo nombren.

Quizás llegue el momento en el cual comencemos a exclamar auténticamente: “cuando yo era capitalista…” y allí, señoras y señores, dará comienzo (es posible) a la otra Historia de Venezuela, aunque no está demás decir que en el medio educativo hay mucha gente que ha sido y es socialista: con espíritu de solidaridad a toda prueba, éticamente irreprochable, de cultura ciudadana intachable, con respeto profundo por el ser humano y la naturaleza, con un ejercicio profesional responsable, con amor a la gente y al trabajo, de pensamiento humanista profundo, con cultivo permanente de sí. Busquemos ahora los impulsos necesarios para una aventura de grandes dimensiones en pro del Socialismo para el Siglo XXI. Y les doy un dato: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y las Leyes dirigidas a fortalecer el Poder Popular, constituyen parte de nuestro equipaje Rumbo al Socialismo, aquel famoso RAS que mencionó el Presidente en una oportunidad.

Quisiera sintetizar esta primera parte con unas palabras del nombrado amigo Rigoberto Lanz que dice, en un artículo intitulado Borrón y cuanta nueva: el socialismo que viene, lo siguiente:

Queda claro pues que nunca partimos de cero en estos menesteres, pero más claro aun ha de quedar que se arrastra una pesada herencia en el pensamiento y la experiencia llamadas “socialistas” que es preciso colocar en su lugar. Alguien podrá argumentar con alguna razón que no todo fue negativo en este penoso trayecto. En efecto, muchos aportes teóricos quedaron por allí machacados por el implacable ejercicio del poder de los aparatos. Esos aportes han de ser reivindicados críticamente para repensar hoy un horizonte nuevo de la idea de revolución.

Cumaná, enero de 2007.

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