Roberto López Sánchez. *
La propuesta de partido único parece estar destinada a remover profundamente la estructura política del chavismo, aunque ese no haya sido su objetivo original.
Primero que todo expondremos esquemáticamente nuestra visión sobre los modelos o criterios organizativos que deberían regir la construcción del socialismo del siglo XXI, para luego profundizar en las consecuencias inmediatas de la propuesta de partido único.
1) Una de las deficiencias centrales del socialismo soviético (lo llamaremos en términos genéricos “socialismo real”) fue la ausencia de democracia. Esta limitación de la democracia se extiende, por supuesto, a los modelos “socialistas” ensayados por la socialdemocracia europea, que no trascendieron la representatividad partidista propia del liberalismo burgués.
Primero que todo expondremos esquemáticamente nuestra visión sobre los modelos o criterios organizativos que deberían regir la construcción del socialismo del siglo XXI, para luego profundizar en las consecuencias inmediatas de la propuesta de partido único.
1) Una de las deficiencias centrales del socialismo soviético (lo llamaremos en términos genéricos “socialismo real”) fue la ausencia de democracia. Esta limitación de la democracia se extiende, por supuesto, a los modelos “socialistas” ensayados por la socialdemocracia europea, que no trascendieron la representatividad partidista propia del liberalismo burgués.
2) El siglo XX fue el siglo de la hegemonía de los partidos políticos, los cuales a duras penas han llegado a este nuevo siglo XXI, acosados por nuevas expresiones organizativas que amenazan su dominio en todo el mundo. El siglo XXI probablemente será el siglo de los movimientos sociales, caracterizados por su diversidad política, ideológica y organizativa.
3) Estar pensando en fundar partidos en el siglo XXI es, por tanto, un contrasentido histórico. Y más contrasentido es hablar de partido único, al mejor estilo de la aberración que impusieron los bolcheviques en Rusia, modelo que lamentablemente se extendió a todo el socialismo real. Recordemos que Marx y Engels nunca hablaron de partido único, y tampoco de economía estatizada, falsos paradigmas del modelo ruso.
4) La organización de la Venezuela socialista debe fundarse en los poderes comunitarios y locales, en una estructura política que nazca desde las bases populares, y se erija en sentido contrario a cómo funciona el actual estado burgués (que funciona de arriba hacia abajo, con una minoría dirigente dominando sobre la gran mayoría popular). Los consejos comunales bien pueden convertirse en los embriones de esa estructura política del nuevo estado, que como tal, repetimos, sería la antítesis del estado burgués (de esa manera, se cumpliría la premisa de Marx de que el estado debe avanzar hacia su extinción, en la medida en que aumentan los mecanismos democráticos de participación y control popular sobre todas las instituciones)
5) Un partido único, o una serie de partidos clientelares, como existen ahora en Venezuela, no tienen cabida en un sistema que busca superar el modelo de democracia representativa propia del liberalismo burgués. La democracia participativa y protagónica implica la desaparición de los políticos profesionales como categoría inherente al modelo burgués de hacer política. La democracia protagónica supone un ciudadano capaz de ejercer la política directamente, sin intermediarios; todos los ciudadanos ejercen sus derechos y no los delegan en “representantes”. Al desaparecer los políticos profesionales, los partidos tradicionales (tanto del chavismo como de la oposición), integrados por esos políticos profesionales (al mejor estilo de la cuarta república), dejan de tener vigencia como tales, pues todo ciudadano deberá ser capaz y tener el derecho a ejercer cualquier cargo de representación popular, siempre sujeto a la contraloría social, a la rendición de cuentas, al mandato específico, y al derecho a ser revocado en cualquier momento.
6) Tendrán vigencia formas organizativas, que pudiéndose llamar partidos, sean en realidad representativos de tendencias políticas diferenciadas sobre el modelo de sociedad que se pretende construir en el país. Estas organizaciones políticas, o partidos, no tendrán semejanza alguna con los actuales partidos clientelares que buscan repartirse cuotas de poder dentro del estado burgués (diputados, ministerios, alcaldías, gobernaciones, etc). Esta nueva manera de entender a los partidos tendrá siempre vigencia, en respeto a la diversidad que existe en todos los colectivos humanos, y será el fundamento de los debates políticos a desarrollar sobre el camino a recorrer para profundizar las transformaciones socialistas en Venezuela.
7) Por tanto, siempre existirán tendencias políticas diferenciadas (que pueden o no llamarse partidos). La existencia de un pretendido “partido único” nunca borrará las diferencias ideológicas y políticas propias de la compleja sociedad en que vivimos. En el socialismo siempre existirán personas y grupos de personas que piensen distinto, que representen la diversidad política, social y cultural del país, del continente y del mundo entero.
8) El sistema político apropiado para la Venezuela socialista debe prescindir de las representaciones partidistas. En eso, el actual sistema imperante no ha trascendido en nada a la cuarta república. Seguimos votando por partidos, y fortaleciendo las maquinarias burocrático-clientelares que se disputan el control de parcelas de poder dentro del estado. La selección o votación de los representantes públicos no debe hacerse a través de los partidos, sino a través de postulaciones uninominales, o en todo caso provenientes de organizaciones sociales (comités de tierras, de salud, consejos comunales, sindicatos, colegios profesionales, asociaciones civiles, cooperativas, consejos obreros, etc.)
9) Una medida sana, acorde con los principios de la democracia protagónica, es que los actuales dirigentes bolivarianos, con 8 largos años en funciones, abandonen sus cargos y pasen a cumplir labores cotidianas en la actividad productiva o cualquier otra responsabilidad laboral específica, y den lugar a nuevos representantes populares, los cuales a su vez, darán paso en un plazo perentorio a nuevos representantes del colectivo popular. De esta forma, nunca se podrá conformar la partidocracia que caracterizó a la cuarta república, y que existe por igual en todos los países del mundo, comenzando por los Estados Unidos y las grandes potencias europeas, e incluyendo a los pretendidos países “socialistas” como Cuba.
10) La división del trabajo entre trabajadores manuales y líderes intelectuales es uno de los fundamentos del régimen capitalista. Prolongar un sistema basado en partidos políticos, o en partido único, sería prolongar la dominación del capital sobre el pueblo trabajador, aunque el capital se disfrace de “estado socialista”, como ocurría en la URSS y ocurre hoy en China “comunista”.
11) Por tanto, el centro del debate no debe estar entre un partido único burocrático y clientelar o un multipartidismo burocrático y clientelar, porque son la misma cosa. El centro del debate está en cómo se construye una verdadera democracia, en la cual las minorías intelectuales, con poder económico y político, no puedan avasallar a las grandes mayorías sociales trabajadoras. Eso sólo se puede construir colocando cabeza abajo a nuestro actual sistema político, derribando el estado burgués y construyendo una organización sociopolítica de abajo hacia arriba, sin partidos superpuestos que pretendan dirigirla.
12) En cuanto a cómo resolver el problema de la unidad de las fuerzas organizadas e individualidades que respaldan el proceso bolivariano, lo correcto sería conformar una mesa de concertación en la cual converjan democráticamente todas las tendencias políticas chavistas, como ocurrió de manera imperfecta cuando se creó el Comando Político de la Revolución en el 2001. Esta organización debería convertirse progresivamente en una vanguardia colectiva, que perfeccione los mecanismos democráticos y supere la tendencia mesiánica y unipersonal que hasta ahora ha predominado en esta revolución. Esto sería de manera transitoria, porque la progresiva consolidación del poder popular nacido desde la base organizada, permitiría finalmente que el pueblo tuviera realmente el poder en sus manos, por encima de cualquier individuo o partido que pretendiera conducir al país de acuerdo a sus criterios personales o grupales.
Ahora bien, luego de estas reflexiones nos encontramos con la propuesta específica que acaba de realizar el presidente Chávez: unificar a las fuerzas chavistas en un partido único que se llamaría Partido Socialista Unido de Venezuela.
Es cierto que la gran mayoría de las organizaciones políticas existentes son producto del afán burocrático por alcanzar cuotas de poder dentro del estado. No se diferencian unas de otras en cuanto a programas políticos, y la mayoría responden a liderazgos personales. Es lógico pensar que todo ese chiripero de burócratas y de aspirantes a burócratas se debieran unificar en un solo partido, cuyo programa sería acorde a los postulados de la socialdemocracia. De hecho, nuestros partidos “emblemáticos” de la revolución, el MVR, Podemos, el PPT, se comportan como partidos socialdemócratas, sus programas políticos no tienen diferencias y no proponen nada que supere al liberalismo burgués más avanzado. Es más, pocas veces actúan en base a sus programas políticos, si es que los tienen, sino en base al más prágmático interés de ocasión
Pero organizar un gran partido socialdemócrata, por medio de la unificación de todos los partidos chavistas que se parecen entre sí, no resolvería nada en cuanto a los problemas de ejecución que viene presentando la obra de gobierno del presidente Chávez. Sería construir una nueva Acción Democrática, sin las virtudes que dicho partido tuvo en sus orígenes, y con la potenciación extrema de los vicios que condujeron a AD a la debacle histórica que hemos presenciado en las dos últimas décadas.
Existen además otros partidos con programas algo distintos a la socialdemocracia tradicional. Nos referimos a los denominados “marxista-leninistas”, como el PCV, la Liga Socialista y el PRS (es decir, la variante trotskista del leninismo). Unificarlos junto a los socialdemócratas sería construir un arroz con mango, un saco de gatos, del cual no se sabría el resultado. Por ejemplo, los amigos del PCV, junto a la influencia cubana, han promovido purgas y persecuciones contra sectores revolucionarios bolivarianos, apelando al expediente de descalificarlos como “trotskistas” Personalmente me anoto en primera fila para ver como se piensan unificar estas dos tendencias abiertamente contrapuestas (que por cierto son diferencias sutiles y que responden a realidades históricas que quedaron atrás en la década de los 30 del siglo XX).
El expediente del “trotskismo” y del “ultraizquierdismo” le ha servido también a la burocracia para perseguir y excluir de la administración pública y de las organizaciones sociales a quienes mantienen posiciones críticas ante el burocratismo y la corrupción. Un buen ejemplo de ello lo es la lucha a lo interno de la Unión Nacional de Trabajadores, en donde las mafias burocráticas de los partidos chavistas han movido cielo y tierra para impedir que los genuinos líderes obreros encabecen la UNT , afincándose en sus influencias gubernamentales y levantando todo tipo de intrigas y calumnias.
Más aún, existen tendencias políticas que parten de la crítica tanto a la socialdemocracia como al leninismo, como es el caso de la organización en la cual milito, el Movimiento 13 de Abril-Proyecto Nuestra América, que no se asemeja en lo absoluto con ninguna de ambas tendencias mencionadas (socialdemócratas y leninistas), cuya concepción de la organización revolucionaria trasciende la visión tradicional de partido, y que probablemente se le hará difícil vincularse al futuro partido socialista unido ( si éste se conforma de acuerdo a los parámetros tradicionales de la representatividad burguesa).
La unificación del MVR, PPT, Podemos, PCV y demás tendencias socialdemócratas y leninistas en un solo partido generaría un cataclismo político de grandes dimensiones, pues durante 8 años el actual Estado Bolivariano se ha construido sobre la base del reparto de cuotas de poder entre estos partidos, y entre las tendencias internas de dichos partidos. Modificar esta forma de actuar del chavismo oficial colapsaría a casi toda la administración pública. ¿Por qué razón? Porque difícilmente quienes tienen espacios de control burocrático los van a ceder por las buenas. Se ha construido toda una red clientelar a nivel nacional, de repartidera de cargos, dádivas y contratos, de enriquecimiento fácil y vertiginoso para algunos, que difícilmente vaya a desaparecer porque Chávez lo ordene.
En épocas recientes, hemos observado cómo estos grupos burocráticos han ampliado progresivamente su control a más y más instituciones. Las persecuciones contra los revolucionarios honestos están a la orden del día en todas partes, desde PDVSA y Corpozulia hasta la alcaldía más pequeña y remota. Las constantes purgas contra los verdaderos revolucionarios han ido dejando vacío de contenido al estado bolivariano. Quienes se han mantenido en puestos de la administración pública es porque están en cargos muy secundarios que no deciden sobre cuestiones de relevancia, o porque se han doblegado a las presiones y han adoptado el estilo arribista, jalabolista, sumiso y obediente de todo burócrata que pone su cargo primero que su honorabilidad y sus ideales (con las excepciones del caso, que abundan, aunque sean minoría).
Es prácticamente imposible que los actuales dirigentes del chavismo oficial se puedan poner de acuerdo siquiera sobre cómo organizar el fulano congreso ideológico que permitiría el nacimiento del partido único (o de nuevas formas organizativas para hacer avanzar la revolución). La pelea será realmente encarnizada, no en las definiciones del temario y de las cuestiones ideológicas, sino en lo que ellos hacen cotidianamente: el reparto de cargos. Difícilmente se lograrán acuerdos en cuanto a los mecanismos de selección de los delegados a dicho congreso, y más difícil aún, en la forma de escogencia de los directivos del nuevo partido socialista. En este debate podemos estar años, tal vez décadas, y jamás habrá acuerdos.
Sólo podrá avanzarse si se adoptan medidas drásticas, como la separación de sus cargos de toda la dirigencia de los principales partidos, sobre todo la del MVR , y que sean nuevos personajes quienes asuman el debate sobre el partido único. Obviamente, nada se habrá hecho si quienes sustituyan a los dirigentes actuales sean simplemente personajes cooptados por ellos mismos. Las mafias burocráticas actuales tratarán de prolongar su reinado utilizando caras poco conocidas, pero fieles a las mismas prácticas nefastas del clientelismo y la corrupción. Será necesario buscar en las organizaciones populares de base a los cuadros que asuman este debate, los cuales por cierto abundan, con experiencia política y formación teórica que supera con creces la de cualquier diputado, alcalde o gobernador chavista.
Saludamos la idea del Congreso Ideológico, y estaríamos dispuestos a participar en el mismo, si nos lo permiten. No para hacer bulto y aplaudir a los burócrata, sino para llevar y debatir propuestas para profundizar la revolución y avanzar hacia el socialismo.
Finalmente hacemos la siguiente reflexión. Desde 1989 se abrió una época de revolución en Venezuela, similar a la que se abriera entre 1810 y 1812. La hemos caracterizado como proceso de insubordinación popular generalizada
Miembro del Com ité Ejecutivo de la Unión Nacional
de Trabajadores del Estado Zulia, Venezuela
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